Tuesday, April 17, 2018

Batman vs Especismo




Hoy he escuchado los maullidos lastimeros de un/a gat@ cuando volvía de hacer la compra. Me paré en seco en la plaza y comencé a mirar bajo los coches, uno a uno, hasta que... eureka! Comencé a hacer el estúpido siseo con el que l@s human@s atraemos a l@s gat@s, mientras la gente, al pasar, me miraba de forma extraña, con actitudes que iban de la vergüenza a la pena, pasando por la incomodidad. Podía verme reflejada en sus ojos. Para ell@s no era más que otra crazy cat lady complicándose la vida. Nadie me preguntó qué pasaba o si necesitaba ayuda. El animalito, por otra parte, no parecía querer conocerme o salir de debajo del auto. Pasaban los minutos y ni se movía ni cesaba de maullar

Finalmente Ms Cat se asomó, justo debajo del maletero, y, para mi sorpresa, no se trataba de un/a cachorr@ llamando desesperadamente a su madre (O bien estaba herid@, abandonad@ o se moría de hambre).  Era un animalillo de 5 o 6 meses y tenía un antifaz negro sobre su cara blanca. Decidí llamarlo Batman e hice lo único que podía hacer sola y sin móvil en esas circunstancias: ir a casa a por algo de comida para atraerlo y, conseguir, si no rescatarlo (no tengo jaula trampa, lo cual lo complica todo mucho en caso de tratarse de un/a callejer@), al menos, alimentarl@, sacarle alguna foto para ver si alguien l@ reconoce, pedir ayuda. 




Para mi no sorpresa, al llegar a casa recibí una bonita bronca. Negar la ayuda a un ser humano cuando la necesita es inmoral, pero socorrer a un ser de otra especie en apuros es un incomprensible acto de masoquismo, un regalo de nuestra sociedad especista que costará mucho eliminar (Querid@ lector/a, si quieres saber cuál es tu grado de especismo, plantéate si realmente existe alguna diferencia entre socorrer a un humano y a un animal. Si la encuentras, sintiéndolo mucho, he de decirte que aún eres muy especista).

Volví a la “Batman zone” con una lata de sardinas pestilentes en mano (lo único omnívoro que mi tía, en ese momento, tenía por casa), saltándome mis principios de no alimentar a un animal con la carne o subproductos de otro a menos que fuera absolutamente inevitable (si, el pienso vegano y multriproteínico existe, aunque no se encuentra, precisamente, en el super de al lado), sin embargo, Batman ya no estaba. Busqué, rebusqué, agucé mi oído y esperé, pero ya no había rastro del “gato-murciélago”. Tal vez estuviera esperando a que cayera la noche para salir de su escondrijo y salvar al mundo. Tal vez, simplemente, se reencontrara con la persona no humana a la que estaba llamando. No lo sé (no consigo quitármelo de la cabeza). Volveré y reagudizaré mis torpes sentidos de muggle. Pero tampoco sé ni comprendo por qué, a día de hoy, aún debo excusarme o justificarme por llevar a cabo un acto de solidaridad. Por qué, en nuestra sociedad, ser compasiv@ hacia seres no humanos sigue siendo un síntoma de debilidad o flaqueza del que haya que avergonzarse. No lo acepto. Nunca lo he aceptado. Mi compasión es uno de mis tesoros más valiosos. Desde siempre. Mi compasión es mi fuerza. Ojalá fuera la fuerza de tod@s.





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