Tuesday, December 20, 2011

George... what else?



¿Hasta dónde llegarías por el amor de un can? Mr Nespresso lo tiene claro: si hay que pringarse, me pringo… literalmente… o eso es lo que asegura en una entrevista de la revista Esquire.

Al parecer, el bueno de Yorch tenía mono canino desde hace un tiempo, así que se le ocurrió iniciar la búsqueda compañeril vía internet. En la página web de un refugio de animales, vio un video de un perrito llamado Einstein, e instantáneamente, comenzó a escuchar violines: ¡aquel perro tenía que ser suyo!

Cuando llamó al refugió, Clooney pensó que el asunto sería pan comido, pero ante su entusiasta “¡me gusta Einstein!”, recibió un seco “vale, pero no sabemos si a Einstein le gustas tú”. Entonces, el actor se tragó su ego de estrella e insistió en verlo, siguiendo el procedimiento habitual. Los encargados de la protectora le aseguraron que lo llevarían a su casa para tener un encounter, pero que si el perro lo rechazaba, no había suficientes cápsulas de nespresso como para poder comprarlo: Einstein, como el resto de sus canes, se merecía lo mejor.

Nervioso como un adolescente en su primera cita, Georgie comenzó a temer que Einstein no mostrara el más mínimo interés por él, así que se le ocurrió un (pringoso) plan de emergencia: untarse las suelas de los zapatos con las albóndigas de pavo que le habían sobrado en el frigo, demostrando así, que además de talento, compromiso y dotes de seducción, ingenio no le falta.

Ni que decir tiene que cuando Einstein y su acompañante llegaron al Mr Ocean home, el can corrió enfervorecido y salivante hacia los zapatos de la estrella. La incauta cuidadora, después de confesar anonadada que “nunca le había visto reaccionar así”, no tuvo más remedio que volver sola al refugio sin sospechar que había sido engañada con la más vieja (y picaresca) de las tretas.

Al parecer, esto ocurrió hace año y medio, y desde entonces, George y Einstein viven felices y comen ¿albondigas?.

Monday, December 12, 2011

Regalos que odia Papá Noel



Me consta, por la indiscrección de algún duende, que hay un regalo que a Papá Noel no le gusta nada en absoluto. No son poc@s a los que se les antoja pedirse un perro, un gato, un canario o una iguana como si fuera el último perfume de Agatha Ruiz de la Prada (cada año saca uno nuevo y siempre olvidamos por completo al anterior). No hace falta decir que más de la mitad de estos caprichos acabarán formando parte de la colección de juguetes rotos que mueren en las perreras, las calles y/o las manos de algún/a psicópata.

Comprar un animal en una tienda sólo beneficia a los "fabricantes de animales". En el mejor de los casos, el cachorrillo que se adquiere pertenece a un particular que tiene 3 ó 4 hembras de cría. La "calidad  del material", osease de los cachorros, puede ser mínimamente decente en cuanto a higiene, socialización y alimentación. Sin embargo, el vendedor en cuestión, normalmente, comerciará con sus vidas como si fuera otro producto más y nunca pondrá demasiadas pegas ni pedirá requisitos mínimos. No le importará demasiado quién se lleve a un animal, mientras esa persona pague el precio establecido.

En el peor de los casos, los animales que nos miran con ojos suplicantes en los centros comerciales, pertenecen a las puppy mills como las llaman en USA. Se trata de criaderos masivos en los que las hembras son explotadas, camada tras camada, para obtener de ellas la mayor cantidad de cachorros posible. Obviamente, todas irán desgastándose hasta acabar con “cuerpo de acordeón”, para  finalizar siendo desechadas en el momento en que dejan de ser "óptimamente productivas".

Por si esto no fuera suficientemente despreciable, los cientos o miles de animales que componen estos "criaderos mascotiles" son hacinados en jaulas minúsculas, a menudo, en unas más que pésimas condiciones higiénicas y con una alimentación, como mínimo, cuestionable.

Ni que decir tiene que los animales que no reúnen "los requisitos mínimos de su raza"  (o séase, orejas caídas, colas no suficientemente ahuecadas, constitución enfermiza, etc) son sacrificados sin miramientos. Cuando los animales alcanzan una edad "no vendible" les espera el mismo e implacable destino.

Como se ha mencionado unos párrafos más arriba, más de la mitad de estos animales fabricados en serie está destinado a ser abandonado. Si tiene suerte, acabará en un refugio o siendo adoptado por una buena familia. Desgraciadamente, estos casos siguen siendo extraordinarios.

A nadie se le ocurriría comerciar descaradamente con vidas humanas o considerar ético comprar a otro ser vivo de su propia especie (aunque haberlos, haylos); sin embargo, los otros animales siguen siendo objetos de usar y tirar sin que la mayoría de nosotr@s se cuestione qué se esconde tras la jaula/cristal de la tienda o en qué condiciones llegó hasta allí. Por cada perro o gato que se compra en un impulso o capricho navideño, no sólo se reducen las posibilidades de salvarle la vida a otro que ya haya sido abandonado, sino que se alimenta la rueda de la crueldad, el sufrimiento, el abandono y la muerte. Una rueda a la que sólo la mueven la ignorancia, la indiferencia… y el poderoso caballero que es Don Dinero.

En Navidad, o en cualquier otra fecha, piénsatelo muy bien antes de compartir tu vida con esa carita adorable y redonda que maulla/ladra/babea tras los barrotes. Y si te sientes supervitaminado e hipermineralizado, ¡nunca compres! ¡¡¡Adopta!!!


Related Posts with Thumbnails