Wednesday, November 25, 2009

Diez cosas honestas sobre mí misma




1- Cada vez que algún omnivorito me suelta en plan jocoso “¿Y no echas de menos la carne?” me quedo con ganas de contraatacar con “En absoluto, lo compenso con el sexo”, pero siempre me corto.

2- Lo más duro de la última conversión (o séase hacerme vegana) ha sido lo mismo que cuando me convertí al ovo-lacto-vegetarianismo: la falta de apoyo de mi entorno. De repente, casi todos los que me conocen son unos expertos en nutrición anunciando machaconamente "el Apocalipsis de mi salud".

3- Creo que podría colarme por mucha gente, pero dudo que fuera capaz de compartir mi vida con alguien que no estuviera concienciado y no sintiera un gran respeto por los animales, aunque no fuera un vegetariano estricto como yo.

4- Cada vez que voy a hacer la compra y miro los ingredientes de las galletas, chocolates, etc, me da un bajón y me reafirmo en la idea de que en nuestro maravilloso país es very complicated encontrar un producto alimenticio que no esté “manchado de sufrimiento”. ¿Por qué casi todos los dulces llevan huevo o leche? ¿es realmente necesario que unos cereales contengan milk?¿qué pasa con los alérgicos a la lactosa? ¿por qué en un bar tenemos que renunciar a algo tan sencillo y placentero como un café habiendo tantas alternativas?.

5- Me revienta que la mayoría de los personajes vegetarianos de las series y las películas sean hippies/excéntricos/supermegaespirituales/hipersensibles. Es un patético intento de brainwash masivo para que la culpa omnívora no se active. Si los vegetarianos seguimos siendo los raritos, los alternativos o “los otros”, el resto seguirá sintiéndose pasivo, no critico, “a salvo” en su homogeneidad.

6- Si no hubiera sido por los gatos, perros, burros, cabritillos, etc. con los que conviví intermitentemente de niña, yo habría sido emocionalmente autista. Los otros animales han sido y serán siempre mis héroes.

7- No me cuesta renunciar a un supuesto manjar si sé que tiene algún ingrediente de origen animal. No me supone ningún sacrificio porque desde el momento en que conozco su composición, para mi deja de formar parte de la categoría de alimento.

8- He descubierto con dolorosa incredulidad que la mayoría de la gente sigue pensando que los animales que acaban en su plato llevan una vida digna. Me cuesta horrores no hablarles de “los campos de concentración de animales” por los que pasan los pollos, cerdos o vacas que se comen. Y no lo hago porque resultaría contraproducente y se cerrarían en banda. Sé que pronto encontraré el tono para hablarlo y que muchos se replantearían muy seriamente su opción si conocieran, simplemente, una décima parte del horror y el tormento gratuito por los que sometemos diariamente a millones de vidas.

9- Me conformo con pequeñas cosas para ser feliz: compartir una comida veggie con la gente que quiero, abrir un frigorífico y ver únicamente cruelty-free products, conocer a un chico vegetariano...

10- Sé que tarde o temprano acabaré viviendo en otro país mucho más abierto y concienciado. Un lugar ecléctico y cosmopolita en el que nadie me pida explicaciones sobre mi opción culinaria y la oferta cultural deje sin aliento.


Gracias a la encantadora CMQ por este premio a la honestidad. Le paso el testigo de “10 cosas honestas sobre mi mism@” a cuatro green warriors en toda regla que no sólo son tremendamente honestos, sino que me inspiran y me hacen sentir menos sola en mi cruzada verde. Luby, Winnie, Carina Felice y Scissorhands, gracias por vuestros blogs. Un beso enorme para tod@s.

Friday, October 30, 2009

"Bueno, sobre gustos... "



Afortunadamente, no es algo muy común, pero en ocasiones, ocurre. Asombrad@ y horrorizad@, descubres que a una persona simpática, inteligente y encantadora le gustan los toros. Y te la quedas mirando con estupor y la cara desencajada como si te hubiera dicho una mendruguez inconcebible del estilo “me pone Jordi Hurtado ” o “me gustan los sandwiches de nocilla con pepinillos”. Entonces, buscas en tu repertorio de respuestas “ácidas y respetuosamente hirientes” pero no encuentras ninguna y optas por la dolorosa postura “bait-tonguing” o el moderse la lengua, que es lo mismo.

Sin embargo, a pesar de tus esfuerzos, te sientes como una nube feota, gris y rechoncha que, por algún motivo, aún no puede ser tormenta, y buscando apoyo empático y moral, te descargas en lo que parecen espíritus más sensibles. Pero para tu surprise, siempre hay algún traitor infiltrado que apostilla eso de “bueno, sobre gustos....”.

¿¡Bueno, sobre gustos!?. ¿Pero que porquería de respuesta es esa? Llamemos al bread bread y el wine wine aquí y ahora. No estamos hablando de los eternas dicotomías tipo cola cao/nesquik, Barça/Real Madrid, Rolling Stones/Beatles, cat person/dog person o Jack Shephard/Sawyer. No, siree. Incluir a los toros en la lista de likes and dislikes está a años luz de ser simplemente a matter of taste, tan lejos que ninguna nave diseñada por la imaginería lucasiana podría alcanzarlo. Hablamos de sensibilidades, sentido critico y el otro sentido, el común, ese que es el menos ídem de los sentidos.

Porque no se puede sentir mas que indignación, repulsa y mucho asquito cuando un sujeto tiene como profesión vestirse de árbol de navidad-marca-paquete, mientras va mutilando y denigrando a otro ser vivo hasta la muerte para regocijo popular. Sólo por que una ruidosa minoría no quiera soltar el rancio testigo que hace muchos años les pasaron los romanos (cuando hicieran lo propio con los cristianos lanzándolos a los leones), no se puede decir “pues vale”. Las tradiciones no tienen sentido si no se adaptan a los valores morales y culturales de la época actual, si no perpetúan valores positivos. Un, dos, tres, responda de una vez el/la que encuentre algo en la tauromaquia digno de ser traspasado a sus bambini.

Nos han enseñado a ser tan pasivos y apáticos, que a veces, nos dejamos arrastrar por las corrientes circulares y ni siquiera reflexionamos. Hay que sopesar, digerir, mojarse y posicionarse, en todo. Y ser consecuente tanto cuando vamos a por la compra, como en una manifestación, como cuando viajamos por otros lares. Porque lo peor, lo que más daño hace socialmente a la perpetuación de vergüenza nacional (además de los intereses económicos, of course), no son los “¡vivan los toros!” sino los “bueno, sobre gustos...”.


“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”.
George Bernard Shaw ·

Thursday, October 15, 2009

Misión "Salvar la bola azul"



[Dos extraterrestres que no se parecen a ningún otro alien visto hasta la fecha (ni a E.T, ni a los de George Lucas, ni a los verdes babosiles repelentes de los Simpsons) van en una nave que tampoco se parece ni al Halcón Milenario, ni al Entreprise, ni a etc, etc, etc]

- ¿Cómo has dicho que sus habitantes llamaban al planeta?
- La tierra
- Irónico calificativo para una bola azul
- Bueno, la especie dominante no está falta de ironía, precisamente...
- ¿Hay una especie dominante? [saca una especie de boli blanco del que, de repente, sale una pantalla en la que aparecen carácteres e imágenes a la velocidad del rayo. Se detiene en una de una mujer paseando a un perrito]
- ¿Es esta?¿la de la cola ahuecada?
- No, no. Es la que le sigue con resignación
- ¿Y cómo se llaman?
- Humanos. ¿Es que no has estudiado nada?
- ¡Hey, no seas tan duro conmigo!. Aún me estoy recuperando de mi última misión. Además, tengo tiempo de sobra para ponerme al día. ¿Cuándo llegamos?
- En lo que para ellos será el 2122
- ¿Y ahora están en el...?
- Dejame ver.... [pulsa en un pequelo botón] en el 2009
- ¿Cómo es la tierra ahora, en este preciso instante?
- Un 8 en la escala de Parshmek
- ¿Tan mal?
- Digamos que aún no tienen claras sus prioridades...
- ¿Carbono, verdad? Los enlaces de sus formas de vida suelen ser las más defectuosas, la mayoría fallidas...
- Tienen peores taras que su química orgánica. Son vivíparos y ovíparos en su mayoría y...
- ¿No me digas que aún son lactantes?
- Peor. Los humanos no sólo son los únicos animales que siguen tomando leche cuando ya no la necesitan, sino que, para colmo, se la roban a otras especies
- ¡Que asco!
- Lo llaman explotación ganadera. Esclavizan a otros animales en lo que algunos califican como "campos de concentración" y lo hacen por su leche, sus óvulos y su carne
- O sea que los matan y manipulan como si fueran cosas, como si no existieran por si mismos y les pertenecieran desde siempre
- Exacto
- ¡Que espanto!¿Y sólo comen otras especies?
- No, la mayoría son omnívoros. Pero el negocio de la explotación animal, además de crear desigualdades y hambrunas, está contaminando el planeta
- [vuelve a encender el boli] Ya lo leo aquí. Al parecer cultivan para alimentar estos seres lo que ellos mismos podrían comerse. ¡Que manera de desaprovechar sus recursos!
- ¡Y que lo digas!
- ¿Les queda un gran camino para ser fotoautótrofos, no?
- Ese lujo ahora mismo sólo está al alcance de las plantas, las algas y las bacterias
- ¿Y cómo son las relaciones Inter-especie?
- Hay varias razas y dos sexos. Los humanos ahora padecen racismo en un 72% y sexismo en un 85% según los informes, pero, en mi opinión, el índice es aún más alto
- Sí, está claro que nos necesitan. ¿Cuándo has dicho que llegaríamos?
- Dentro de 113 años terrícolas
- ¿Y cómo será la tierra entonces?
- En realidad, hay una pequeña posibilidad de que haya dejado de existir...
- ¿Y no podríamos forzar el acelerador y llegar antes?



[Llevo 3 días con headaches y me he mantenido poco activa internetilmente, pero al saber que era el Blog Action Day, no he podido resistirme... y a utilizar una de las pocas frases que me hucieron reir en la última de Allen ("Los humanos son una especie fallida"), tampoco :P]





Sunday, October 04, 2009

Una historia verdadera



- ¿Policía?
- Sí, dígame
- ¡Por favor, tiene que ayudarme!¡Me han secuestrado!
- ¿Quién es usted?
- Me llamo Valerie... Valerie Kazinsky
- Dígame donde se encuentra
- No lo sé... yo... fui secuestrada, junto a más personas... esto es una especie de fábrica, pero nunca vemos la luz del sol... no hay ventanas... nos obligan a trabajar día y noche... apenas comemos... nunca apagan las luces.... no podemos dormir...
- ¿Quién la tiene secuestrada?
- Nunca vemos sus caras... llevan máscaras... no nos miran a los ojos...
- Valerie, escúcheme, debe haber alguna pista en ese lugar que nos indique donde se encuentra...
- Debe estar apartado... no se oye el ruido del tráfico, ni gente... huele a muerte... agente, creo que es un campo de concentración...
- ¿De dónde es usted?
- De Varsovia
- ¿La secuestraron allí?
- Sí, pero me golpearon la cabeza y desperté en un tren con un saco en la cabeza... no sé a cuantos km de casa estoy...
- Valerie, escúcheme atentamente. Para localizar su llamada...
- ¡Ayúdeme, se lo suplico! ¡Nos tienen encerrados en jaulas tan estrechas que muchos enloquecen por que apenas pueden moverse!...¡Nos han arrancado las uñas y los dientes para que no nos agredamos! [llora desconsoladamente] ¡Ya no se lo que es ser libre!... estoy al límite de mis fuerzas... voy a morir...
- Señorita Kazinsky, tranquilícese, permanezca un poco más al teléfono y nuestro equipo de rastreo...
- ¡No hay tiempo! ¡Ya vienen!
- ¡No cuelgue, Valerie, por el amor de Dios!
[Sonido de llamada cortada]




Esta es una historia verdadera... pero no ha sido vivida por humanos. Es la pesadilla que las gallinas ponedoras tienen que soportar durante toda su corta y miserable vida en los campos de concentración antes de ser gaseadas.
Obviamente, esta historia jamás saldría en TV. Poca gente se plantea lo caros que son realmente los huevos...


¡Feliz día de los animales!





Pd: Yo voy a celebrarlo haciendo un bizcocho de chocolate sin huevo. ¡Ñam! :P

Thursday, September 17, 2009

¿Gato o tostadora?



“Puedo intentar solucionar el problema de su tostadora, pero ha de saber que las probabilidades son casi mínimas. Es vieja y el resultado no ofrece garantías. Piénselo bien, pero creo que no le compensa. Puede acabar gastándose un pastón en ella, mientras una nueva le saldría mas barata”.

Si substituímos la palabra tostadora por gato, voilà el sensible y cuidadoso diagnóstico de mi peluchín, hace algo más de tres meses. Y es que mi pequeño lo tenía todo en su contra: trece añazos, raza persa, anemia, niveles mínimos de potasio y, lo peor del cuadro clínico, un tumor en el estómago que, al parecer, era el más potente de todos. Operarle saldría caro carísimo carérrimo, tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir y, además, el más dificil todavía: muchas papeletas de que se le reprodujera de nuevo. Sin embargo, en mi casa, nadie se planteó, ni por un segundo, la opción de “no operation”. Andy era un miembro de la familia y, por lo tanto, cualquier consideración especista resultaba, no solo inhumana, sino moralmente despreciable. ¿Acaso si hay una mínima probabilidad de salvar a un ser querido, sea quien sea, no nos aferramos a ella?

Las estadísticas cantaban, pero mi gato maulló más fuerte. A pesar del escepticismo del doctor Descartes, Andy no sólo sobrevivió a la operación, si no que evolucionó tan bien, que a los tres días, ya estaba correteando y esparciendo ADN por casa.

En una de las múltiples visitas veterinarias durante la fase convaleciente, sin embargo, el personal veterinario, capitaneado por el arriba mencionado “arregla-animales”, nos sorprendió con una muestra más de sensibilidad y sutileza, esta vez empapada de jabón:

“Mucha gente habría dejado morir a su mascota y no invertir dinero en una operación que no ofrece casi ninguna garantía, pero vosotras, en un acto de generosidad, habéis decidido regalarle a Andy un tiempo más de vida”.

Mientras reprimía mis impulsos de rociarle con napalm o empalarle al más puro estilo Holocausto Caníbal, me sobrevino una tristeza abrumadora. No sólo por los animales no humanos cuyas familias habían elegido “tostadora”, sino por tod@s los doctores Descartes del mundo, que, o mi intuición me engañaba, o seguían siendo mayoría.

Tres meses después, mi guapísimo pelirrojo ya ha recuperado del todo su oronda figura, su vitalidad, e incluso su pelo (¡Es mi héroe!). Durante el último encuentro con el Dr House del mundo veterinario, y aún sorprendido por su espectacular recuperación, la excusa-explicación fue “claro, el animal ha sobrevivido porque durante toda su vida ha estado bien alimentado”.
Nutrición, of course. Esa es la clave de la evolución. Lo único que nos diferencia o nos hace extraordinarios...

*

Wednesday, July 29, 2009

Ir de boda




Lo supe instintivamente. Y es que el atún de la ensalada no presagiaba nada bueno. Tras su rápida expulsión al plato de una amiga, construí un fuerte o una zona 0 que, desgraciadamente, tuvo como víctimas a los maíces. Con lo que a mi me gustan...

Salvo mi solidaria amiga y su marido, el resto de los comensales, alucinados con el hecho (al parecer, insólito) de contar con una vegetariana en la mesa, comenzaron, por asociación mental, a rescatar “personajes gastronómicamente excéntricos o rarosos” de su memoria: que si una macrobiótica obsesiva-compulsiva que pesa todo lo que come y nunca se pasa ni un gramo, que si otra tipa con fobia a los gérmenes que sólo come lo que ella cocina y se lleva su propia food a los restaurantes, que si el primo del amigo de Murcia que es crudiriano y hare krishna y un día casi muere atragantado por una nuez de macadamia rancia...

“Somos la mesa de los raros” susurró mas que pronunció una frágil y aniñada mujer a dos asientos de mi. “¿Y eso?” increpé. “Tengo alergia a cualquier tipo de hongo y no podré comer el primer plato. Soy rara”, añadió. “Perdona, pero especial y raro, no es lo mismo” contraataqué. La frase quedó flotando en el aire, como un globo que hubiera inflado y atado a mi silla para que todos los presentes pudieran verlo. Desgraciadamente, no lo vio nadie.

Llegó el mencionado plato de hongos variados con ibéricos para la gran mayoría y sin “oinks” para mi. Para entonces, yo ya estaba llena (comer como un pajarillo y beberse 3 vasazos de agua tuvieron algo que ver). Pero el gran número aún no había hecho acto de presencia. Como de todos es sabido, el 3 es la estrella, ya que a la tercera va la vencida. El camarero, descaradamente, me sirvió la misma merluza ensalsada que al resto. “Perdona, pero no como pescado”. Cara de estupor. “Soy ve-ge-ta-ria-na”. Cara de estupor en Panavision que fue interrumpida por un “bueno, pues ya te improvisaremos algo”. Y vaya si lo hicieron. Tuve el honor de degustar un plato que sólo se come un lunes por la mañana tras un fin de semana de excesos gastronómicos y alcohojiles, cuando estás en plena operación bikini, el medico te ha prohibido la sal y te duele el metacarpo del pie izquierdo: verduras al vapor. Las reacciones no se hicieron esperar. Mientras el comensal de la izquierda lo saludo con un “¡Ah, bieen!”, la de la derecha, pronunció con indignación un “¡No me puedo creer que te hagan esto!”. Me comí un par de judías y deje el resto en señal de protesta.

Cuando me trajeron el risotto, no sólo había perdido total y absolutamente el apetito, sino también la fe en la humanidad. Minutos después del postre, en su ronda relámpago por las mesas, la novia me hizo la pregunta de rigor y no fui capaz de mentirle, la aprecio demasiado:

- ¡Me han servido pescado!
- ¡No me digas eso!¡Pero si llevo meses repitiéndoles lo que comías y lo que no!
- Lo se, Sil, lo se... Ea, ea, ea, ea...

[Pic del risotto misterioso]

Tuesday, July 14, 2009

¿y entonces... qué comes?



Me divierte la concepción de vegetarian@ que tiene la mayoría de la gente en Meatland. O bien es un tipo místico y hippilondio, una persona “rarita” con mínimo sentido de la realidad, que vive en un mundo propio (una Phoebe Buffay pasada de revoluciones) o se trata de un ser hipocondríaco, ultrarígido y meticuloso que cuida milimétricamente su alimentación (un macrobiótico eterno) por miedo a engordar algún gramo extra o contagiarse con alguna enfermedad.
La mayoría se desilusionan al comprobar que personas aparentemente "normales" (si es que la normalidad existe) han adoptado esta forma de alimentación alternativa (especialmente si el/la veggie de turno es alguien que aprecian/admiran de alguna manera). Inconscientemente, se les enciende una lucecita incomoda que les advierte “¿y si no es tan descabellado?”.

Al contrario de lo que much@s piensan (y del tono quasimelodramático de mi actualización anterior), ser vegetarian@ no es un sacrificio. Admitámoslo: las vocaciones de mártir son raras y escasas. Nadie se adhiere a una nueva filosofía de vida o comportamiento si no le compensa, si no le aporta mas ventajas que inconvenientes. Si todo es renuncia, tarde o temprano, el cerebro acaba creando resistencias y autosaboteos varios para “volver al redil”.

Que no, que no comemos acelgas o espinacas cocidas, que no nos alimentamos a base de alimentos rarosos cuyo nombre no podrían pronunciar ni en mil años nuestros abuelos, que no pasamos hambre ni miramos con nostalgia o envidia los festines cárnicos del resto de los comensales. Omnívoros del mundo, ¡los vegetarianos no hemos renunciado al sabor!.

De hecho, mi menú se ha ampliado considerablemente desde que sigo esta dieta. Antes me alimentaba, básicamente, de: pasta, patatas fritas, chocolate, bollería, jamón york, champiñones, lentejas, pollo, arroces y chatka. La green revolution ha ampliado mi carta en lugar de reducirla, me ha hecho comer mejor y más sano, descubrir nuevos sabores, despertar la creatividad del paladar, como yo lo llamo y, sobre todo, apreciar el acto de comer a otros niveles. Me estoy refiriendo a esa frase tan cursi que asegura que La comida nutre el cuerpo, la mente y el espíritu. Al hacerme veggie comprendí que comer no consiste únicamente en quitarse el hambre con algo que sabe bueno, sino en nutrirse con un alimento que, además de sabroso, es sano y libre de crueldad, y que, sobre todo, te hace sentir feliz, satisfecho, en paz.

Todo veggie tiene anécdotas restaurantiles surrealistas. La frase “Soy vegetarian@, no como animales” da pie a un sin fin de situaciones que ni los guiones de los Marx Brothers. Están los camareros que te ofrecen pescado o marisco sin pestañear; los sandwiches vegetales con atún brillando orgullosamente en la carta; los Rincones vegetarianos que incluyen paté, chatka o atún (again); o, mi favorito, la contestación standard de los restaurants con poco recurso vegetal: “ah, ¿que no comes carne? Pues ya te traemos una ensalada de lechuga”. A lo que te dan ganas de responder: ¿una lechuga como único plato? ¿Pero me habéis visto con cara de rumiante, tal vez? ¿soy una vaca y no me he dado cuenta? :S

Santa patientia...

Wednesday, June 24, 2009

How I became a veggie



Cuando, en la oscuridad del cine, el público reía o sonreía ante el grito de guerra de uno de los personajes de Babe, el cerdito valiente (“¡La navidad significa muerte!”), mi corazón, en cambio, se encogía avergonzado. Y es que su lema también se había convertido en el mío, y por fin era hora de empezar a proclamarlo.

Casi un tercio de mi vida ha transcurrido en el pequeño pueblo de mi madre, un recóndito lugar de Salamanca donde todos los habitantes son agricultores y ganaderos.
A diferencia de la mayoría de los niños de mi edad, para los que la carne o cualquier producto de origen animal era algo aséptico, anónimo y sin historia, yo, desde muy pequeña, conocía su autentico precio, ese que nunca aparece en los supermercados o en los libros de texto. Me hacía amiga de las cabras, las gallinas o los corderos, para comprobar, atónita y horrorizada, como todos ellos eran sacrificados por los motivos más estúpidos: una cena, un antojo culinario o una fecha caprichosa marcada en el calendario...

Cuando convives a diario con una “realidad alternativa”, pueden pasar dos cosas: que te habitúes o te sensibilices. Como "chica de ciudad", y en gran parte por mi sensibilidad hacia el dolor ajeno, a mi me ocurrió lo segundo. Por mucho que me repitieran el estribillo que aseguraba que aquel era “el orden natural de las cosas”, yo siempre encontraba incoherencias en la letra o algún instrumento desafinado. Y es que, detrás de aquella pop song, había una verdad clarísima, injusta e innegable: ¿por qué matar a nuestros amigos animales de forma cruel y arbitraria cuando no es necesario?

Me sentía sola y desorientada con mi creciente e impopular conciencia, ¿qué podía hacer yo sola contra el mundo? Sin embargo, asumir “la realidad” y conformarse nunca fue una opción. A medida que pasaban los años, la presión comenzó a notarse en diferentes ángulos: no sólo comenzaba a sentir que, consumiendo carne traicionaba a los seres que conocía y apreciaba, sino que, al mismo tiempo, me estaba traicionando a mi misma. Y cuando, hace 13 navidades, me despedí por última vez de mis amigos capriles envuelta un mar de lágrimas, supe que no podía ser cómplice de aquella sangría ni autoengañarme por más tiempo. No ser vegetariana ni siquiera era una opción. Aquel fue el principio y el final de un viaje.

Ninguno de mis familiares o amigos lo entendió ni lo apoyó. Tampoco conocía a nadie que hubiera seguido antes el mismo camino. Estaba sola. Pero yo me tomé cada inconveniente como una “prueba de fe”, una forma de crecer y fortalecerme en mis creencias.
No me resultó difícil dejar la carne. Al fin y al cabo, nunca me había entusiasmado su sabor. Lo más duro fue (y sigue siendo), la incomprensión, desprecio y mofa de los que, por compartir una opción mayoritaria, se creen poseedores de la verdad absoluta. Y esa es precisamente la mayor prueba para un vegetariano: no ceder ante las presiones o los chantajes emocionales del resto de la sociedad por miedo a no encajar o a ser considerado “rarit@”.

Hay que asumir que, aquí y ahora, no se puede esperar mucha sensibilidad de “Meatland”, el abanderado del jamón de jabugo, los toros y el único país del mundo que sigue utilizando animales en todas sus fiestas populares. Si nos midiésemos por la genial cita de Gandhi "La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados según la forma en que tratan a sus animales”, España sería pequeña pequeñísima.

A menudo me preguntó por qué hoy, 13 años después y a punto de hacerme vegana, sigo sin tener amigos que compartan mis creencias (con toda la frustración y desgaste que eso supone), y me respondo que tal vez se deba a que tengo una voz y aún tengo que gritar un poco más fuerte por todos aquellos que no pueden defenderse por si mismos. Quién sabe, tal vez la respuesta se encuentre en este blog...


¡Pasad! ¡Sed bienvenid@s! :)
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