Hace 11 años creé un evento
en facebook para rescatar a casi 30 gatxs de una de las peores perreras del
país: el zoosanitario (Sevilla). Por alguna milagrosa conjunción planetaria,
todxs
lxs felinxs fueron rescatadxs y adoptadxs (¡algunx, incluso, en Francia!).Yo
misma adopté a una de las gatitas de la “operación rescate”.
Sabía que ella misma me
"diría" su nombre en cuanto la conociera, así que pocos días después de
llegar de tierras sevillanas, lo vi claro: con su esbeltez y su elegante black
& white solo podía tener un nombre: Holly Golightly.
Sin embargo, la pobre no
estaba acostumbrada a desayunar en Tiffany's, precisamente. Llegó tan increíblemente
hambrienta, que durante días, engullía de forma pantagruélica, como si fuera su
última comida (Si, por ejemplo, estaba cocinando pasta y se me caía un
spaguetti al suelo, se lo zampaba sin vacilar… ¡crudo!). Rompía el corazón
imaginar las carencias, de todo tipo, que habría sufrido en su, apenas, año de
vida.
Pero Holly también era el
ser más agradecido que he conocido. Corría de pura alegría por el pasillo,
celebrando su nueva vida, y también acudía a recibirnos con la misma felicidad cada
vez que llegábamos a casa. Al mismo tiempo, sentía un respeto reverencial por
mi otra gata, Phoebe. Si iba a comer y veía a su hermana mayor justo detrás de
ella, le cedía "el turno" en el comedero y trataba de imitarla en
todo. La pobre no sabía que no era una invitada. Tal vez, simplemente, aún no
podía creérselo.
Pero 5 o 6 semanas después
de su llegada comenzó a engordar o, más bien, a inflamarse, extrañamente. No
podía tratarse de un embarazo porque estaba esterilizada, así que hicimos una
visita a la clínica veterinaria y, tras unas pocas pruebas, nos dieron uno de
los peores diagnósticos posibles (tres palabras que ya nunca podría olvidar):
peritonitis infecciosa felina (PIF en español, FIP en inglés). Era una enfermedad
feroz, letal, sin ningún tipo de tratamiento o cura.
La veterinaria nos dijo que
existían dos variantes. Al parecer, era altamente contagiosa en gatxs “no
sanxs”. Más que probablemente, la había contraído en la perrera debido a las
malas condiciones y la falta de atención veterinaria. Apenas podía creérmelo. Acababa
de sacar a Holly del infierno, para verla caer progresivamente en otro. ¿Qué
clase de broma macabra era aquella?
Meses atrás había perdido a
mi adorado gato Andy, así que la noticia resultó doblemente devastadora. Ni
siquiera había un miserable tratamiento paliativo. Contra el PIF, en su
familia, estábamos atadas de pies y manos, solo podíamos ser testigos
impotentes de su deterioro. Y así fue. Para nuestro horror, Holly se apagó,
fulminantemente, en solo unas pocas semanas. Nos dejó un 15 de diciembre: 3
meses después de su llegada. Ni siquiera pude ofrecerle un año de vida digna.
Pocas semanas más tarde, comencé
a investigar el estado de lxs otrxs gatxs rescatadxs y perdí, de un plumazo y
para siempre, la inocencia de activista: todxs estaban enfermxs o muertxs. El
PIF necesitaba demostrar que era implacable, por lo tanto, poco tiempo después,
acabaron falleciendo todxs. Mi operación rescate había sido una victoria
pírrica. 30 gatxs que tenían un hogar perdieron la vida por culpa de una
enfermedad que habría sido evitable si esa perrera hubiera mantenido unas
medidas veterinarias e higiénico-sanitarias mínimas: En suma: si hubiera hecho
su trabajo.
Años después de la muerte de
Holly y sus compañerxs de celda, de forma accidental, se descubrió un
tratamiento para el PIF que funcionaba con un número importante de gatxs. Sin
embargo, es tan sumamente caro, que no todas las familias pueden permitírselo.
Aquel descubrimiento volvió a romperme el corazón, hasta que, poco a poco,
conseguí darle la vuelta. Llegamos tarde para salvar a Holly & Co, pero no
para ayudar a otrxs gatis, sus familias y asociaciones (ADiRA es 1 de ellas)
que luchan contra este gigante, hasta hace poco, invencible.
Please, compartid en esta entrada información, nombres de asociaciones y teamings, y también testimonios y casos de familias que necesiten ayuda. Creemos entre todxs una red de concienciación y ayuda para que esta maldítisima enfermedad deje de destrozar familias. Help FIP warriors! ¡Por Holly!
Nunca podré olvidarte, loquita feliz, atleta de los pasillos, cálida recibidora en días inhóspitos, zampadora de pasta cruda, cómplice dulce y agradecida, princesa.
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