Wednesday, July 31, 2013

Happy fourth veganiversary!

 
 
 
 
“¿Dónde está la influencia que llevo tejiendo años en mi círculo, en mi familia, en las personas con las que convivo?” me preguntaba.
Y la influencia llegó en forma de paloma sobre la ventana.
Sus pies ya no eran suyos. Una apretada madeja de hilos los iba seccionando, implacablemente, milímetro a milímetro, en lenta e inimaginable agonía.
Ella no lo dudó y la tomó entre sus manos con tierna determinación quirúrgica. La paloma, exasperantemente mansa, no intentó defenderse con su pico y, salvó algún aleteo ocasional, apenas se movió. Y es que las palomas son como los neuróticos: ignoran la potencialidad de su propio equipaje.  
Torpe ayudante, me limité a estirar los pies del animalillo, mientras ella, tijera en mano, desenredada, seccionaba y liberaba. No le frenó ni mi respeto viral, ni mi miedo patológico a causar daño, ni mi asco. Cuando alzó de nuevo las alas de la ventana, aquella tarde, la paloma había recuperado totalmente la movilidad de un pie y parte del otro.
Y comprendí, tras aquella pequeña lección de humanidad, que mi supuesta influencia se había tejido antes que yo.
 
 
 

Happy veganiversary to me, but most importantly, happy life and free existence to all living things!
 
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Thursday, May 02, 2013

Cosas que no decir a un/a veg(etari)an@ #3: ¡Pues no sabes lo que te pierdes!




Te la digan en el contexto en el que te la digan, la “¡pues no sabes lo que te pierdes!” siempre está teñida de una insoportable mezcla de condescendencia y prepotencia que, como mínimo, provoca un pequeño sarpullido.
Al escucharla, la bordería asoma impaciente a los labios y resulta difícil contenerla, pero, en el fondo sabemos que recurrir a este arma, por muy placentero que resulte, casi nunca vale la pena.
 




El “perderse” algo es consecuencia, bien de una elección premeditada o de un obstáculo que no podemos/sabemos franquear, así que un recordatorio gratuito de aquello que ya sabemos, posee un retintín chulesco e innecesario.
Hasta hace muy poco, siempre me había tocado las narices que alguien me saltara con la frasecita de marras en referencia al jamón, el marisco, o cualquier otra delicatesen cadaveril. Al fin y al cabo, llevo decidiendo perderme ese algo desde que hace 17 años, aproximadamente. Recuerdo perfectamente mi etapa omnívoril, thank you very much.
 

 
 
 

La información desconocida y desafiante que atenta contra todo aquello que conocemos bien y damos por supuesto, siempre implica un reajuste o una disonancia cognitiva (es la batalla entre una idea nueva contra una tragada pero no masticada, que, en la mayoría de los casos, asumimos con inercia y mansedumbre). Así que, cuando alguien suelta “¡No sabes lo que te pierdes!”, en realidad, no se lo está diciendo a su interlocutor, sino que se lo está recordando a sí mism@. En el contexto veggie, recalcar la terrible renuncia a la que se vería sometido el paladar, privándose de los alimentos de origen animal (l@s vegan@s y vegetarian@s SÓLO comemos cosas insípidas, recuérdese), es un acto de reafirmación, un potentisimo e incuestionable punto a favor de la opción cómoda y conocida que no se quiere cuestionar, bien sea por temor, incomodidad, autoprotección y/o pereza al cambio.
 
 

Por lo tanto, cuando me dedican este comentario, en lugar de enfardarme, simplemente sonrío, y, a lo sumo, añado un sincero “Si nunca has probado mi opción culinaria, quien no sabe lo que se pierde, eres tú”.
 



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Tuesday, April 23, 2013

Cosas que no decir a un/@ veg(etari)an@ #2: “Yo te respeto, pero me gusta la carne”




Si existiera un ranking de frases anti-green, posiblemente, esta tendría el dudoso honor de ocupar el primer puesto.
Inconscientemente, la mayoría de los orgullosos habitantes de Meatland considera el vegetarianismo como una opción culinaria muy minoritaria (amen de muy sacrificada) y la equiparan al resto de las formas de pensar y modos de vida “alternativos” que conocen. Por lo tanto, cuando pronuncian esa odiosa frase, deep down, es como si dijeran:
 
“Respeto tu opinión, pero es que soy de izquierdas”
“Yo te respeto, pero soy del Barça de toda la vida”, o
 
“Respeto tus gustos cinéfilos, pero nunca me han gustado los musicales”
 
 

Sin embargo, a oídos de un/a no omnívor@ las dos partes que componen esa “yo te respeto, pero me gusta la carne” le rechinan dolorosamente. Es como si de repente, en una canción, la letra no encajara la melodía.
Dos ejemplos:
Es como si, hace 50 años, en plena lucha contra el racismo, un activista comprometido escuchara de boca de un/a vecin@/colega/amig@:
Yo respeto tu cruzada, pero es que me gusta mantener mis privilegios.
 
O como si a otro activista, esta vez entregado a combatir el sexismo y las desigualdades entre hombres y mujeres, le dedicaran la frase:
Yo respeto tu postura, pero es que a mi me beneficia que las mujeres tengan esos roles prefijados.






Duele. Mucho. Aunque no se diga con mala intención (algunas veces, se dice con la mejor de las intenciones), en realidad no es más que un eufemismo mal disfrazado de “me importa un carajo”.
Omnivores of the world, ¿qué responder para no ganarse “la ira verde” de un/a vegan@ o vegetarian@ simpático e interesante que acabas de conocer?
 
Si se es Mr o Ms Honestity: “Respeto tu postura, pero este tema no me afecta ni me duele tanto como a ti”.
Si se es Mr o Ms Practical: “Respeto y admiro lo que haces, pero es que aún no estoy preparad@ para enfrentarme a todo lo que supone no consumir alimentos animales”

Si es es Mr o Ms Diplomatic: “Respeto y comprendo tu postura, pero no la comparto del todo, por ahora”.
 
 

¿Por qué este especial de frases anti-veggie siempre me recuerda el capítulazo de Los Simpsons en el que Lisa se hace vegetariana? ¿será por el “all you need is love” message del final?
 
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