Thursday, May 02, 2013

Cosas que no decir a un/a veg(etari)an@ #3: ¡Pues no sabes lo que te pierdes!




Te la digan en el contexto en el que te la digan, la “¡pues no sabes lo que te pierdes!” siempre está teñida de una insoportable mezcla de condescendencia y prepotencia que, como mínimo, provoca un pequeño sarpullido.
Al escucharla, la bordería asoma impaciente a los labios y resulta difícil contenerla, pero, en el fondo sabemos que recurrir a este arma, por muy placentero que resulte, casi nunca vale la pena.
 




El “perderse” algo es consecuencia, bien de una elección premeditada o de un obstáculo que no podemos/sabemos franquear, así que un recordatorio gratuito de aquello que ya sabemos, posee un retintín chulesco e innecesario.
Hasta hace muy poco, siempre me había tocado las narices que alguien me saltara con la frasecita de marras en referencia al jamón, el marisco, o cualquier otra delicatesen cadaveril. Al fin y al cabo, llevo decidiendo perderme ese algo desde que hace 17 años, aproximadamente. Recuerdo perfectamente mi etapa omnívoril, thank you very much.
 

 
 
 

La información desconocida y desafiante que atenta contra todo aquello que conocemos bien y damos por supuesto, siempre implica un reajuste o una disonancia cognitiva (es la batalla entre una idea nueva contra una tragada pero no masticada, que, en la mayoría de los casos, asumimos con inercia y mansedumbre). Así que, cuando alguien suelta “¡No sabes lo que te pierdes!”, en realidad, no se lo está diciendo a su interlocutor, sino que se lo está recordando a sí mism@. En el contexto veggie, recalcar la terrible renuncia a la que se vería sometido el paladar, privándose de los alimentos de origen animal (l@s vegan@s y vegetarian@s SÓLO comemos cosas insípidas, recuérdese), es un acto de reafirmación, un potentisimo e incuestionable punto a favor de la opción cómoda y conocida que no se quiere cuestionar, bien sea por temor, incomodidad, autoprotección y/o pereza al cambio.
 
 

Por lo tanto, cuando me dedican este comentario, en lugar de enfardarme, simplemente sonrío, y, a lo sumo, añado un sincero “Si nunca has probado mi opción culinaria, quien no sabe lo que se pierde, eres tú”.
 



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