Wednesday, May 11, 2011

Motivos de peso para pasar hambre




Mientras medio país está siguiendo, con una mezcla de malicia y curiosidad malsana, las privaciones gastronómicas isleñas de cierto grupo de famosos, encabezados por el inefable Paquirrín, hay personas que también pasan hambre por iniciativa propia, pero, desgraciadamente, no son tan conocidas ni cuentan con el favor del público o el interés de los medios (¿o es que lo primero va de la mano de lo segundo?).

Durante los últimos meses se han multiplicado las huelgas de hambre. Y es que todo se agrava en época de crisis: reivindicaciones laborales, políticas, judiciales... la lista es larga. Siempre me he preguntado: ¿qué puede llevar a una persona a embarcarse en una huelga de hambre? ¿a qué nivel de desesperación y también de entrega y compromiso hay que llegar para hipotecar para siempre tu salud y tu calidad de vida?.
Me considero una persona idealista y solidaria, hay muchas injusticias que me duelen e indignan sobremanera, pero, aquí y ahora, me siento incapaz de hacer un sacrificio semejante.

Beatriz Menchén sí es capaz. De hecho, lleva 14 días comprometiéndose a tal extremo, que su riñón y su hígado ya empiezan a estar afectados. ¿Sus motivos? No ha sido un despido improcedente, ni una sentencia injusta, ni nada que le afecte a ella o a sus más allegados directamente. Beatriz está poniendo en peligro su vida para intentar salvar la vida de otros. ¿Y quienes son esos otros? Pues los cientos de animales de la perrera que regentaba hasta hace un año.

Su currículum es impecable: 14 años de gestión, 3.166 adopciones y sólo un 1’39 de sacrificios por motivos estrictamente humanitarios. Junto con la asociación La Voz Animal, y en un proyecto pionero, el campo de exterminio que era la perrera de Getafe, quedó convertido en lo que deberían ser todas las perreras del mundo: centros de protección animal.
Sin embargo, hace doce meses, el ayuntamiento les arrebató la gestión de la perrera para dársela a Vetmovil, una (¿eficiente?) empresa que, en apenas 6 meses, ya ha sacrificado al 66’66% de los animales albergados, con un 30% más de presupuesto.

Lo único que pide Beatriz, y todos los que la apoyamos, es que se le devuelva el admirable proyecto de protección animal por el que tanto ha luchado y que, al mismo tiempo, el abandono y el maltrato de miles de vidas inocentes en todas las perreras de este país dejen de ser penalizados con la indiferencia y la muerte.

Si el compromiso de Menchén llegara a los titulares y su día a día se debatiera en los programas del corazón, como pasa con los supervivientes de la citada isla, se la consideraría una extremista, una ilusa, una loca. Casi nadie entendería que un ser humano llegara a tal extremo por seres que no están en su círculo de la compasión más cercano. Su lucha sería considerada quijotesca a pesar de que durante 14 años lleve demostrando que otro modelo de gestión, el de Sacrifico 0 (el único admisible en este siglo XXI), es posible.

Haciendo el esfuerzo, tan humano por otra parte, de empatizar con ella y con sus reivindicaciones, por muy incomprensibles que puedan parecer, ante tanta matanza cruel e innecesaria, ¿cómo no agotar todas las opciones cuando durante 17 años te has dedicado de lleno a combatir la muerte?

El ayuntamiento de Getafe ha demostrado ampliamente su total desprecio por los seres no humanos, pero en estas últimas dos semanas, también ha dejado clara su total desconsideración por la vida de Beatriz Menchén. ¿Acaso están dispuestos a dejarla morir? No han cedido ni un ápice en su política exterminadora a pesar de verla apagarse día a día y de las muchas protestas nacionales e internacionales que reciben a diario. Y mientras la cuenta atrás avanza y todo sigue en punto muerto, menos la vida, esta valiente y casi anónima luchadora, cada día sufre con más virulencia el peso del desprecio y la indiferencia de todos los que amamos a los animales y no apartamos la mirada ante su sufrimiento.

Ante una huelga de hambre en favor de los derechos de los animales, la primera palabra que suele acudir a la mente es “radicalismo”. Yo pienso en la palabra AMOR, así, con mayúsculas y en luces de neón. A pesar de saber que nadie (o casi nadie) llegará hasta este párrafo, de tener asumido que la batalla de Beatriz, que también es la mía, no conmoverá al 99’9 de los lectores, ni les instará a firmar una simple petición de apoyo, no puedo dejar pasar otro día sin que tod@s vosotr@s sepais que hay una mujer llamada Beatriz Menchén fuera de un plató o de una isla de famosos, con los motivos más nobles y admirables del mundo para pasar hambre.

¡Fuerza, Beatriz!






Si eres de Madrid, apoya y acompaña a Beatriz en persona (frente ayuntamiento de Getafe). ¡Apúntate y elige tu turno!

Si no estás en Madrid, manifiéstate junto a ella y envía esta carta al ayuntamiento de Getafe.

Thursday, April 21, 2011

Green Happiness




Cuando eres “eco-sensible”, además de toparte diariamente con muchas frustraciones y dolores de corazón y de cabeza, básicamente, descubres dos cosas:

- Que ser solidario equivale en muchas ocasiones a ser solitario (y otras muchas a convertirte directamente en paria).

- Que te transportan al nirvana cosas que resultan ridículas o indiferentes a la mayoría de los mortales.


Ejemplo number 1:

Un día llegué a casa dando saltos de alegría al más puro estilo Burt Lancaster en la película Trapecio. “¿A qué no sabes que he comprado?” le repetía una y otra vez a mi madre. Además de hacerme notar una regresión a la víspera de reyes de mi infancia, las primeras opciones de la buena mujer fueron “¿un libro?¿alguna película?¿ropa quizá?”. Ante semejante despiste materno, y con la intención de acortar un juego de adivinanzas que podría haber durado 15 años, contesté exultante: ¡norl! Algo mucho más especial que todo eso: ¡bolsas de basura... de plástico reciclado!.
En ocasiones, en sueños, aún veo la mandíbula desencajada de mi madre...


Ejemplo number 2:

El otoño pasado abrieron un Bio-Super en mi ciudad. Ni que decir tiene que pasear semanalmente por sus estanterías llenas de productos veggies importados, en su mayoría, de Francia y de Italia (¡estudiar idiomas finalmente ha dado sus frutos!) es lo más parecido al paraíso en la tierra para un vegano.
Hace un par de semanas, mientras llevaba unos yogures de soya con caramelo en una mano y un paquete de croissants en la otra, de repente, recreé, para bochorno de todos los que me rodeaban, “el éxtasis de Santa Teresa” en carne y hueso y sin proponérmelo. Pero como no hacerlo, si ante mi había ¡un lavavajillas líquido ecológico con botella rellenable! ¡No sólo contamina menos, sino que se reutiliza la botella en lugar de comprar una nueva y por cada nueva “recarga” te hacen un 20% de descuento! ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!


Y es que, como ya he mencionado anteriormente y por muy incomprensible que pueda parecer, hace falta muy poco para sentir la “felicidad verde”.

Monday, March 21, 2011

Pan de pita con champiñones



Me acaban de echar (¿comprensiblemente?) la bronca por no celebrar en mi veggie-blog el día internacional sin carne. Aunque si bien es cierto que vivo con frustración y bastante escepticismo iniciativas de este tipo en Meatland (o estoy muy equivocada, o ningún medio informativo se ha hecho eco de la noticia), he decidido aparcar momentáneamente mi tristeza y mi asociabilidad grado 8 para colgar una de mis recetas favoritas.

Este delicioso y exótico pitas con champis o, como yo suelo llamarlo, “Bread, pita, pitaaa, breeeead” por culpa de un famoso anunció de una bebida de cola llegó a mi vía fotolog hace unos 3 años y se ha convertido en una de esas recetas que siempre me apetece degustar en los días especiales.
El relleno es muy parecido al de las empanadillas, pero esta receta es sólo orientativa. El pita bread es muy socorrido y puedes rellenarlo con lo que quieras.



Ingredientes:

· Champiñones
· Zanahoria
· Puerro
· 3 dientes de ajo
· Una cebolla
· Un cubito de caldo de verduras
· Comino
· Pan de pita



* En una sartén se sofríen primero tres dientes de ajo y una cebolla roja.

* Una vez rehogados el ajo y al cebolla, se añaden puerro y zanahoria al gusto, un cubito de verduras y, por último, los champiñones en láminas, una pizca de comino y un vaso de agua. Se deja cocer hasta que el agua se evapore.

* Las pitas se calientan en el microondas siguiendo las instrucciones del envase, y una vez listas, se rellenan con las verduritas.

Imaginaos lo rico que está este plato, que yo que soy “cebollófoba” y “ajodoba” y que siempre retiro ambos ingredientes, me lo como todito todo. ¡Ñam ñam, ñaaaaaaaaaaaam!


Nota: la receta original lleva chirivías, pero como no es una verdura demasiado accesible en mi ciudad, nunca se las he añadido. Si algún suertud@ se anima a hacer la receta incluyéndolas, feedback, please! ;)

Nota 2: el plato de la foto, obviamente, no corresponde con la receta. Me ha sido imposible encontrarla.

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