Saturday, July 04, 2015

La ceguera de Mutriku (la ceguera de tod@s)




En Mutriku, Gipuzkoa, un lugar de gran belleza natural, hay una granja de visones (se calcula que puede haber unos 40.000). A los vecinos de sus inmediaciones, sin embargo, no les molesta esta frívola aberración, esta crueldad espantosa e injustificable, este barbarismo, sino el hecho de que la granja y sus toneladas de excrementos, generan, además de un intenso "Eau de Merde", unas plagas insoportables de moscas, mosquitos y cucarachas que les obligan a vivir en la más absoluta reclusión sin poder abrir puertas y ventanas.

En vista del absoluto pasotismo e inacción de los responsables de la granja, los vecinos piden públicamente una fosa séptica subterránea donde destinar la porquería y evitar, de este modo, la llegada de sus molestos inquilinos. No piden que cierren un Auswitch que lleva abierto 27 largos y espantosos años, en los que se ha encarcelado, maltratado, torturado y arrancado a tiras la piel a miles de animales. Lo único que quieren es que los engorrosos brazos de la crueldad y la muerte de otros les alcancen lo menos posible. 




Llegados a este punto, una referencia bíblica sería demasiado obvia y facilona. Sin embargo, los vecinos de Mutriku que no se indignan, enrabietan o entristecen ante la existencia de esta granja y sus consecuencias, se merecen esta plaga. De hecho, todos los que han optado por cerrar cobardemente los ojos ante realidades de este tipo se la merecen. Y es que pocas cosas hacen más daño que las granjas de animales. No sólo a los animales no humanos, cuyo padecimiento físico y psicológico desafiaría cualquier ranking de dolor conocido, sino porque los efectos ambientales de las granjas de cría intensiva nos afectan negativamente a todos.

Los toneladas de desechos que generan combinadas con los tóxicos efectos de los fertilizantes, contaminan el suelo, envenenan  las fuentes de agua potable y los ecosistemas acuáticos y dañan gravemente el aire (existen varios gases, como el amonio, que se forman a partir de los desechos de los animales) causando graves problemas respiratorios y trastornos cardíacos, además de contribuir, en buena parte a la lluvia de ácido nítrico y al devastador efecto invernadero (de hecho está comprobado que la ganadería contamina más que todos los transportes del mundo juntos).




Si, como los vecinos de Mutriku, vivir asediados por la peste y los insectos no es motivo suficiente para asumir de una vez por todas nuestra eco-responsabilidad, ¿cuántas más molestias tendremos que sufrir, como especie, para abrir nuestros antropocentristas ojos? 

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