Sunday, June 24, 2012

Lo que Sergio se calló: ¿cómo llega el huevo al plato?



En un horrendo programa de cocina presentado por un tal Sergio Fernández, movidos, tal vez, por un (falso) afán anestesia... digo pedagógico, se han adentrado en una granja aviar para mostrar muy objetivamente, cómo se producen los huevos (enseñando, claro esta, a las gallinas más jóvenes y con plumaje más lustroso). Al parecer, los animalistas del mundo nos equivocamos y estas aves, en lugar de en campos de concentración, están en hoteles de 5 estrellas en los que "la granja tiene que acomodarse a ellas porque las gallinas no entienden de horarios" (ah, ¿pero no se levantaban con el primer rayo de sol y se acostaban con el último?) y "siempre tienen abundante comida y bebida a su disposición". Vamos, que sólo les faltaba decir que, en las granjas ponedoras, un gallo sexy pasa cada dos o tres horas, aproximadamente, a practicarles un masaje. Esto es lo que no contaron ni mostraron:

- La mitad de los pollitos que nacen con destino ponedoril son machos, así que, como la naturaleza no les ha dotado para poner huevos y no resultan rentables, se los mata al cabo de dos días, asfixiándolos o arrojándolos aún vivos a la trituradora de alta velocidad. El número de muertes anuales siguiendo esta práctica asciende a muchos millones.

- Cuando las hembras están en edad de poner huevos (16 ó 18 semanas), se trasladan a una “instalación queen” general que consiste en varios edificios, cada uno de ellos de la longitud de un campo de fútbol, llenos de filas de jaulas metálicas, apiladas a veces hasta el mismo techo: es lo que se llama "gallinas de batería". Estas jaulas tienen el suelo en desnivel, de forma que el huevo ruede hasta una cinta transportadora camino del siguiente paso de producción.


- Para optimizar la producción de cada edificio, se encajan tantas gallinas en la misma jaula como sea posible, y cada animal dispone de una superficie similar a la de medio folio de papel. Las condiciones son reducidas e impiden al animal realizar conductas normales como anidar y asearse, ambas básicas para las gallinas.

- Las jaulas se apilan unas sobre otras, y los excrementos caen sobre las gallinas que se encuentran debajo. El amoniaco y el hedor de las heces contaminan el aire, y proliferan las infecciones y las enfermedades (cuando el amoníaco se fija en la piel resulta extremadamente doloroso).

- Cada edificio puede albergar unas 200.000 gallinas, e incluso más, produciendo cada una de ellas una media de huevos superior a los 260. Las estadísticas de 1940 indicaban una producción de 134 huevos por gallina y año, lo que nos da una idea de las manipulaciones genéticas y ambientales que se han llevado a cabo para duplicar la producción.

- Ni que decir tiene que esta puesta intensiva es completamente antinatural, y provoca todo tipo de secuelas en los cuerpos de las gallinas. El hacinamiento extremo y las condiciones artificiales generan múltiples problemas, incluyendo daños y lesiones en las patas y las plumas por las propias jaulas. Por si esto no fuera suficiente, añadimos la absoluta falta de ejercicio sumada a la superproducción de huevos, y tenemos osteoporosis y fracturas óseas.


- Forzadas a una vida entera de pie, se les deforman las patas, el alambre corta sus dedos, que además se arquean y se convierten en garras al sostenerse en una superficie inadecuada. La osteoporosis es una afección común en estas gallinas, ya que sus cuerpos pierden más calcio en la producción de cada huevo del que pueden asimilar en su alimentación. Una revista del sector (Lancaster Farming) afirmaba que "una gallina gasta al cabo del año en producir huevos una cantidad de calcio superior a la de su propio esqueleto". La falta de calcio les provoca fracturas óseas, parálisis y la muerte.

- También, debido a este apilamiento hay millones de aves que pueden sufrir asfixia en las olas de calor, ya que no hay la ventilación adecuada. Para más inri, las heces y el polvo crean una atmósfera insalubre.

- Picarse unas a otras de forma constante es una de las reacciones de las gallinas para combatir el stress. Para reducir los daños derivados de esto, la industria de los huevos ha ideado un proceso: cortarles un trozo de pico (se realiza con una hoja al rojo vivo; no les dan calmantes, y algunas, incapaces de comer por el dolor, mueren deshidratadas y con el sistema inmunitario deshecho). Con ello, les seccionan también las terminaciones nerviosas del pico, que puede degenerar en anomalías del tejido nervioso.

- Pero aún hay otra espeluznante cosa más. Algunas de estas fábricas de huevos provocan la "muda forzada": se deja a la gallinas sin comer ni beber durante dos semanas, a oscuras, provocando que todas muden sus plumas a la vez, ya que la muda hace comenzar de nuevo el ciclo de la puesta de huevos cuando la producción baja (esta práctica hace que pierdan las plumas y un significativo porcentaje (25%) de su peso normal; de hecho, muchas (10%) mueren de hambre y deshidratación). De esta forma, alargan la productividad económica de estos animales. En comparación, las gallinas ponedoras de granjas ecológicas o granjas tradicionales que no viven en jaulas, llevan una vida gallinácea más normal y tienen espacio para moverse y para aletear. Pueden socializarse y desarrollar conductas vitales como escarbar en el suelo y asearse.



- Después de un año o dos, las gallinas dejan de ser rentables y se envían al matadero, son "gallinas gastadas". Sus huesos frágiles se suelen romper durante el viaje o ya en el matadero. En general, acaban siendo ingrediente de sopas, caldos o productos cárnicos similares de bajo contenido en pollo (sus cuerpos pueden ir totalmente triturados para que el consumidor no detecte hematomas ni heridas).

- Los productores de este tipo de huevos han encontrado en los mataderos avícolas y en los subproductos de gallina una nueva posibilidad para deshacerse de las "gastadas", incluyendo su inclusión en el pienso para animales de compañía.

- En todo el mundo, se calcula que hay miles de millones de gallinas ponedoras, y de ellas casi el 80% viven en jaulas de batería durante toda su vida. Sólo en la Unión Europea hay unos 305 millones de gallinas, y el 90% están en estas jaulas.

- En Europa, estas instalaciones en batería están empezando a sustituirse en muchos países, empezando por Alemania, Suecia y Suiza, por “jaulas mejoradas”. Para 2012, en teoría, deberían haber estado prohibidas en toda la Unión Europea, sin embargo, una mayor calidad de vida gallinácea conlleva, lógicamente, el encarecimiento del producto. ¿Estará dispuesto el consumidor a pagar más? ¿cuánto tiempo se postergará el cambio total? Como veis, no parece haber demasiada prisa en “matar las gallina de los huevos de oro” ;)

Fuentes príncipales: The Farm Sanctuary, The Humane Society of the United States, PETA



Y esta, básicamente, es la explicación de por qué hace 3 años eliminé quirúrgicamente los huevos (incluso, los camperos) de mi dieta forever ;)

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