A los monstruos
se los nutre o se los hiere
viven de noche cerrada
y se arrastran de rodillas.
Saben que parasitando
prendiendo en el centro amargo
apagan siempre la antorcha
envenenando el agua
del resto de las orillas.
Y aferrados a una isla
aferrados a una isla sola
encanecen,
embrutecen,
envilecen,
exterminan.
Si la sangre es tu argumento
cuando el monstruo ruge hambriento,
si no quieres desertar
de la lanza como guía,
¡Autovampirízate y muere!
¡Extínguete ya, Tordesillas!
Dedicado, con mi más profunda aversión y desprecio, a todos los monstruos de Tordesillas.
*