Saturday, June 19, 2010

"Susi" por José Saramago




Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo. No debo ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza. Esto en lo que tiene que ver con los zoológicos. Más deprimentes que esos parques, son los espectáculos de circo que consiguen la proeza de hacer ridículos los patéticos perros vestidos con faldas, las focas aplaudiendo con las aletas, los caballos empenachados, los macacos en bicicleta, los leones saltando arcos, las mulas entrenadas para perseguir figurantes vestidos de negro, los elefantes haciendo equilibrio sobre esferas de metal móviles. Que es divertido, a los niños les encanta, dicen los padres, quienes, para completa educación de sus vástagos, deberían llevarlos también a las sesiones de entrenamiento (¿o de tortura?) suportadas hasta la agonía por los pobres animales, víctimas inermes de la crueldad humana. Los padres también dicen que las visitas al zoológico son altamente instructivas. Tal vez lo hayan sido en el pasado, e incluso así lo dudo, pero hoy, gracias a los innúmeros documentales sobre la vida animal que las televisiones pasan a todas horas, si es educación lo que se pretende, ahí está a la espera.

Se podrá preguntar a propósito de qué viene esto, y responderé ya. En el zoológico de Barcelona hay una elefanta solitaria que se está muriendo de pena y de las enfermedades, principalmente infecciones intestinales, que más pronto o más tarde atacan a los animales privados de libertad. La pena que sufre, no es difícil imaginarlo, es consecuencia de la reciente muerte de otra elefanta que con la Susi (este es el nombre que le pusieron a la triste abandonada) compartía en un más que reducido espacio. El suelo que pisa es de cemento, lo peor para las sensibles patas de estos animales que tal vez tengan todavía en la memoria la blandura del suelo de las sabanas africanas. Sé que el mundo tiene problemas más graves que estar ahora preocupándonos con el bienestar de una elefanta, pero la buena reputación de que goza Barcelona comporta obligaciones, y ésta, aunque pueda parecer una exageración mía, es una de ellas. Cuidar a Susi, darle un fin de vida más digno que verla acantonada en un espacio reducidísimo y teniendo que pisar ese suelo del infierno que para ella es el cemento. ¿A quién debo apelar? A la dirección del zoológico? ¿Al ayuntamiento? ¿A la Generalitat?

Postdata: Dejo aquí una foto. Igual que en Barcelona hay grupos – gracias – que se apiadan de Susi, en Australia también un ser humano se ha compadecido de un marsupial, víctima de estos últimos incendios. La foto no puede ser más emocionante.




Ya ha pasado más de un año desde que Saramago escribiera estas palabras y lo único que ha cambiado en la situación de Susi, es que ahora tiene a otra pobre compañera encarcelada como ella. Si quieres liberar a Susi, firma aquí libera a Susi

Casualidad agridulce: en el día contra la explotación de los elefantes en los zoos, estos maravillosos animales cuentan con la oportuna (y ahora magnificada) complicidad de quien ya se ha ido. Hemos perdido a un magnífico escritor, pero también a un hombre comprometido con los seres que sufren. Además de un ferreo antitaurino, Saramago era defensor de los animales y de los bosques y se apuntó sin rechistar al carro del "eco paper", animando al resto de los escritores a hacer lo mismo. Pero de casta le viene al galgo. Dicen que el padre de Saramago se despidió, uno por uno, de todos los árboles de su jardín antes de morir. ¿De quién se despidió usted, Don José?


Eu sento saudade de você...

Monday, June 07, 2010

¿Los vegetarianos somos más empáticos?




Un encendidísimo debate a raíz de un artículo publicado en la web norteamericana Care2 ( Study Shows Vegans Are More Empathetic, Neurologically Speaking ) , me ha dado ganas de aportar, como dirían esos mismos norteamericanos, “my two cents”. ¿Y qué mejor sitio que mi (imperdonablemente) abandonado veggie blog?

Según unos investigadores europeos (para algunos yankis, “europeo” es suficientemente específico) los omnívoros tienen menos empatía que los veg(etari)anos. Y para llegar a esa conclusión, se han basado en un estudio con una muestra raquítica (60 personas: 20 omnívoros, 21 veganos y 19 vegetarianos) en los que a los sujetos les iban “escaneando” el cerebro via resonancia magnética, mientras eran bombardeados con series de fotos al azar.

Al parecer, al mostrarles escenas de sufrimiento humano y animal, las áreas del cerebro relacionadas con la empatía fueron mucho más activas en los veggies que en los onmívoros. Y el estudio descubrió, incluso, que hay ciertas zonas cerebrales que sólo los no comedores de carne activamos. ¿Conclusión de los investigadores? Empatía y dieta solidaria correlacionan. ¿Conclusión de la escritora del artículo? Las personas que eligen una dieta vegetariana se decantan por opciones más compasivas.

Sin embargo, las protestas no se hicieron esperar. La artillería pesada omnivoril se descargó con las comparaciones "veganos-sectarios", "veganos-dogmáticos", "veganos-nazis". Los veggies, por otra parte, se dividían entre los que adoraban el artículo y los que lo cuestionaban. Y mientras maldecía el hecho de que mi no dominio total de la lengua de Shakespeare me impedía hacer un comentario sin preocuparme de que contraatacaran mi grammar, pensé, con un escalofrío, que el país de Hanna Montana nos lleva, en cuanto a instauración de esta alternativa dieta, unos 15 años de ventaja. En USA, incluso los granjeros de Iowa que ven atardecer desde el banco de su porche saben lo que es ser vegano (otra cosa es que no cuestionen o critiquen esa opción).

Me aburre hablar de empatía en plan “tú la llevas, tú no la llevas”, pero me aburren aún más los enfoques simples y no holísticos de la naturaleza humana. ¿Hasta cuando nos van a torturar con estadísticas?
Yo no puedo hablar por todos los veg(etari)anos del mundo, obviamente, sólo puedo dar my point of view. ¿Creo que la mayor empatía al sufrimiento y al dolor ajeno puede llevar al veganismo? Sí, pero no es “as simple as that”.

Mucha gente no veggie presenta altos niveles de empatía hacia humanos y no humanos, y también son muchos y muchas los que, además de empáticos, están bien informados y se muestran críticos y sensibilizados con el tema del sufrimiento animal. Su circulo de la compasión se ha ampliado, pero, a pesar de todo, siguen sin “caer en el lado verde”. ¿Por qué?

Todo el mundo protege lo que ama, pero para amar, antes debes conocer, sentirte profundamente vinculado a ese ser/causa; y en mi caso, no fue tanto la empatía, como la autoresponsabilidad y la capacidad de compromiso lo que me llevó a dar ese paso. En lugar de engancharme al “que injusto es el trato que se les da, pero yo sola no puedo cambiar nada” pasé al “yo también estoy contribuyendo a toda esa crueldad y muerte”. Y en el momento en el que esa certeza se me hizo insoportable, mi chip cambió.

Dicho todo lo cual, creo que el empático “nace”, pero también se hace. Tras varios años de dieta verde, me siento aún más compasiva y conectada a todos los seres del planeta, pero no puedo asegurar que este hecho se deba únicamente a mi alimentación vegetariana. Tal vez se pueda llegar al mismo destino por otros medios, aunque, eso sí, estoy convencida de que las “paradas obligatorias” para llegar a Empathy City son siempre las mismas.



“Our strategy should be not only to confront empire (Global Corporatism), but to lay siege to it. To deprive it of oxygen. To shame it. To mock it. With our art, our music, our literature, our stubbornness, our joy, our brilliance, our sheer relentlessness - and our ability to tell our own stories. Stories that are different from the ones we're being brainwashed to believe.” - Arundhati Roy

“Nuestra estrategia no debería ser solamente enfrentarse al imperio (Corporativismo Global), sino asediarlo. Privarlo de oxígeno. Avergonzarlo. Ridiculizarlo. Con nuestro arte, nuestra música, nuestra obstinación, nuestra alegría, nuestra lucidez, nuestra total implacabilidad – y nuestra habilidad para contar nuestras propias historias. Historias que son distintas de aquellas que nos han hecho creer”. Arundhati Roy



Este blog es sólo ¼ de lo que quiero contar. “Complétame” en:

My blackberry nights
Châtaignes et chocolat y
If you need me, whistle!


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