Siempre
ha habido seres extraordinarios capaces de sobreponerse a su miedo, seres que
en una situación extrema, en lugar de reaccionar de la forma más torpe y
desesperada, consiguen extraer de su “mochila” una templanza, una inteligencia y
un sexto sentido al que no hubieran tenido acceso en una situación cotidiana. ¿Será
esto aplicable, únicamente, a la especie humana?
Hoy
el toro Curioso estaba destinado, junto a sus 5 compañeros-victimas, a correr
los encierros de los medievales San Fermines, para mayor alegría mononeuronal
de algunos y para vilipendio de toda la especie humana. Sin embargo, por algún
motivo y de forma insólita en el sangriento historial sanferminil (hacía 80
años que no ocurría), Curioso no quiso, no cedió a la inercia y a la adrenalina
del miedo que si empujó a sus compañeros de “corredor de la muerte”. Para
estupor de todos, se dio la vuelta y volvió tranquilamente a su corral, cuya
puerta, extrañamente, continuaba abierta.
Podríamos
deducir que no le sirvió de mucho, ya que horas después fue estúpidamente asesinado
por un payaso vestido de luces, pero Curioso no se prestó al humillante carnaval
especista humano. Curioso dijo “NO” alto y claro.
Y
no es el primer no humano cuyas acciones no corresponden con la mansa “mentalidad
de manada” que son asumidas por la mayoría. Camiones de transporte y mataderos,
entre otros, son testigos más a menudo de lo que podemos imaginar, de reacciones
de rebeldía y testarudez “humanas” que han pillado desprevenidos a todos
cuantos los rodeaban. En su último camino al calvario, hemos visto, por
ejemplo, a cerditos y toros saltar de los camiones y a vacas escapar de sus desprevenidos
matarifes.
Su
reacción es lúcida además de extraordinaria, pero todos los animales, de una
forma u otra, se revelan cuando son conscientes de que el peligro les acecha,
cuando saben que su vida está en juego. Ninguno da su vida mansamente, bien sea
para “consumo” o para diversión humana. Su último aliento de vida es arrancado
a la fuerza mediante violencia y dolor.
Hoy
Curioso nos ha mandado otro mensaje más de parte del reino animal que supone
todo un izquierdazo a nuestro antropocentrismo (y sordera) moral. Nos recuerda
que los animales no son nuestros esclavos, que en ningún momento pueden
pertenecernos para que dispongamos de ellos a nuestro antojo, que incluso
aunque las circunstancias acaben doblengándolos en favor del actual “tirano de
la selva”, su dignidad, aunque magullada, y a diferencia de la nuestra, siempre
seguirá intacta.
“Quien se oponga a los
derechos de los animales y sostenga que el hecho de ser persona se basa en ser
miembro de la especie Homo Sapiens no es más que un fanático de la especie, no
más sensato que los fanáticos de la raza que otorgan mayor valor a la vida de
los blancos que a la de los negros. Después de todo, los demás mamíferos luchan
por seguir vivos, experimentan el placer y sufren el dolor, el miedo y el
estrés cuando su bienestar peligra. Los grandes simios también comparten
nuestros placeres más elevados de la curiosidad y el amor a los parientes, y
nuestros dolores más profundos, el aburrimiento, la soledad y la pena. ¿Por qué
se iban a respetar esos intereses en nuestra especie y no en las demás?”.
Steven
Pinker
Por
Curioso y por las otras 47 víctimas toriles de tan deleznable fiesta: ¡Di NO a
los sangrientos San Fermines!
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