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Thursday, February 03, 2022

Carta abierta a la Universidad de Barcelona y al Parc Cientific De Barcelona

 



Estimadxs señorxs,

 

Me dirijo a ustedes en referencia a su futuro y muy planificado asesinato de 32 cachorrxs de raza Beagle.

En la universidad aprendí que los pilares fundamentales del método científico eran la fiabilidad y la validez. La Experimentación Animal no cumple ambas variables. Solo es un método arcaico pseudo-científico, cruel, anti-ético e inútil. ¿Por qué mirar al futuro e invertir en métodos alternativos rigurosos (éticos, válidos y fiables) cuando pueden seguir perpetuando la barbarie y la anti-ciencia? ¿Qué motiva esta investigación, en realidad, para recurrir a los servicios de Vivotecnia, una empresa acusada de espeluznante maltrato animal y protagonista de un escándalo internacional? ¿Pretenden hacernos creer que no había otras opciones? ¿Es este infierno de torturas y vejaciones su fuente de ciencia rigurosa, su “el fin justifica los medios”? ¿A quién pretenden engañar? ¿Cuánto tiempo más van a seguir justificando lo injustificable?



En vista de que su decisión parece definitiva e irrevocable, con esta masacre, su única aportación al mundo (científico o no) es que la “pela es la pela”, y que una institución que debería ir a la vanguardia (y cuyo referente debería ser la sociedad y no el mercado), en realidad, se erige en lo peor y lo más rancio de nuestro sistema. Causar dolor y muerte innecesaria  e inútilmente en aras de un interés farmacéutico injustificable (siempre disfrazado de ciencia, of course) es un rasgo que encaja en la personalidad que nutre nuestro sistema caníbal, enfermo y suicida: la psicopática.

Si, como universidad, esta es su lección internacional, gràcies.

Atentamente,

A.





Thursday, December 16, 2021

Holly Golightly vs la PIF


 

Hace 11 años creé un evento en facebook para rescatar a casi 30 gatxs de una de las peores perreras del país: el zoosanitario (Sevilla). Por alguna milagrosa conjunción planetaria, todxs lxs felinxs fueron rescatadxs y adoptadxs (¡algunx, incluso, en Francia!).Yo misma adopté a una de las gatitas de la “operación rescate”.

Sabía que ella misma me "diría" su nombre en cuanto la conociera, así que pocos días después de llegar de tierras sevillanas, lo vi claro: con su esbeltez y su elegante black & white solo podía tener un nombre: Holly Golightly.

Sin embargo, la pobre no estaba acostumbrada a desayunar en Tiffany's, precisamente. Llegó tan increíblemente hambrienta, que durante días, engullía de forma pantagruélica, como si fuera su última comida (Si, por ejemplo, estaba cocinando pasta y se me caía un spaguetti al suelo, se lo zampaba sin vacilar… ¡crudo!). Rompía el corazón imaginar las carencias, de todo tipo, que habría sufrido en su, apenas, año de vida.




Pero Holly también era el ser más agradecido que he conocido. Corría de pura alegría por el pasillo, celebrando su nueva vida, y también acudía a recibirnos con la misma felicidad cada vez que llegábamos a casa. Al mismo tiempo, sentía un respeto reverencial por mi otra gata, Phoebe. Si iba a comer y veía a su hermana mayor justo detrás de ella, le cedía "el turno" en el comedero y trataba de imitarla en todo. La pobre no sabía que no era una invitada. Tal vez, simplemente, aún no podía creérselo.

Pero 5 o 6 semanas después de su llegada comenzó a engordar o, más bien, a inflamarse, extrañamente. No podía tratarse de un embarazo porque estaba esterilizada, así que hicimos una visita a la clínica veterinaria y, tras unas pocas pruebas, nos dieron uno de los peores diagnósticos posibles (tres palabras que ya nunca podría olvidar): peritonitis infecciosa felina (PIF en español, FIP en inglés). Era una enfermedad feroz, letal, sin ningún tipo de tratamiento o cura.




La veterinaria nos dijo que existían dos variantes. Al parecer, era altamente contagiosa en gatxs “no sanxs”. Más que probablemente, la había contraído en la perrera debido a las malas condiciones y la falta de atención veterinaria. Apenas podía creérmelo. Acababa de sacar a Holly del infierno, para verla caer progresivamente en otro. ¿Qué clase de broma macabra era aquella?

Meses atrás había perdido a mi adorado gato Andy, así que la noticia resultó doblemente devastadora. Ni siquiera había un miserable tratamiento paliativo. Contra el PIF, en su familia, estábamos atadas de pies y manos, solo podíamos ser testigos impotentes de su deterioro. Y así fue. Para nuestro horror, Holly se apagó, fulminantemente, en solo unas pocas semanas. Nos dejó un 15 de diciembre: 3 meses después de su llegada. Ni siquiera pude ofrecerle un año de vida digna.




Pocas semanas más tarde, comencé a investigar el estado de lxs otrxs gatxs rescatadxs y perdí, de un plumazo y para siempre, la inocencia de activista: todxs estaban enfermxs o muertxs. El PIF necesitaba demostrar que era implacable, por lo tanto, poco tiempo después, acabaron falleciendo todxs. Mi operación rescate había sido una victoria pírrica. 30 gatxs que tenían un hogar perdieron la vida por culpa de una enfermedad que habría sido evitable si esa perrera hubiera mantenido unas medidas veterinarias e higiénico-sanitarias mínimas: En suma: si hubiera hecho su trabajo.

Años después de la muerte de Holly y sus compañerxs de celda, de forma accidental, se descubrió un tratamiento para el PIF que funcionaba con un número importante de gatxs. Sin embargo, es tan sumamente caro, que no todas las familias pueden permitírselo. Aquel descubrimiento volvió a romperme el corazón, hasta que, poco a poco, conseguí darle la vuelta. Llegamos tarde para salvar a Holly & Co, pero no para ayudar a otrxs gatis, sus familias y asociaciones (ADiRA es 1 de ellas) que luchan contra este gigante, hasta hace poco, invencible.




Please, compartid en esta entrada información, nombres de asociaciones y teamings, y también testimonios y casos de familias que necesiten ayuda. Creemos entre todxs una red de concienciación y ayuda para que esta maldítisima enfermedad deje de destrozar familias. Help FIP warriors! ¡Por Holly!

FIB Warriors (ADiRA)




Nunca podré olvidarte, loquita feliz, atleta de los pasillos, cálida recibidora en días inhóspitos, zampadora de pasta cruda, cómplice dulce y agradecida, princesa.





*

Tuesday, January 26, 2021

Otro día más en Vystopia

 



Vystopia (*):

1. Crisis existencial experimentada por lxs veganxs, que surge de la conciencia/estado de shock de vivir en un mundo distópico.

2. Conciencia de la codicia, la explotación animal omnipresente y el especismo en una distopía moderna.

 

A veces el despertador ofrece unos minutos de tregua, pero tarde o temprano, aparece esa certeza plomiza, insoportable, al más puro estilo Bill Murray en Groundhog Day. Y es que nada ha cambiado. Aún estás en Vystopia y, otro día más, tendrás que sufrir el mismo bombardeo de atrocidades oportunamente oculto tras el especista velo de la indiferencia, la normalización y el autoengaño. Y casi puedes escuchar las voces de la radio-despertador dentro de tu cabeza:

-Bien, excursionistas, ¡arriba! Despertad y no olvidéis los descansos porque hoy hace frío.

-Hace frío todos los días, ¿dónde creías que estabas, en Miami?




 

Hace frío todos los días

Si desayunas con la radio, la tele o haciendo scrolling en cualquier TL de una red social (Twitter, Facebook, instagram, Tinder?), no solo aparecerá la publicidad infecta de cadenas de comida rápida o de sangrientas ofertas de supermercado, sino que siempre habrá algún/a usuarix dispuestx a demostrar al mundo lo supuestamente irresistible que resulta el trozo de cadáver y/o de subproducto animal que va a meterse entre pecho y espalda, no vaya a ser que sus followers duden sobre qué bando ha escogido en la espectro de la ética… y de su propia extinción.

Una vez en la calle, no es necesario caminar demasiado para encontrarlas. Carnicerías y pescaderías, alterando el campo gravitatorio de las calles, contaminándolo todo con el hedor más nauseabundo que existe: el de la muerte de seres que no querían (ni debían) morir. Observando a la gente entrar y salir de estos negocios-patrocinadores legales del holocausto, con la impasibilidad e inconsciencia más absolutas, de repente, recuerdas al lúcido vampiro protagonista de Only lovers left alive y haces tuyas sus palabras: “Estoy cansada de esto: de lxs zombies, de lo que le han hecho al mundo y del miedo de su propia imaginación”.

Es cierto. Zombies puede parecer un término insultante y agresivo. Al fin y al cabo, casi todxs hemos sido habitantes de Meatland en algún momento. Sin embargo, ¿cómo llamar a las personas con nulo sentido ético y crítico que rechazan e ignoran deliberadamente, en pleno pre-apocalipsis, no solo la información básica, sino su propia responsabilidad de cara al hundimiento de nuestro “Titanic”? ¿Suicidas kamikazes?¿esclavxs de Meatrix? ¿Stormtroopers neoliberales? Lo mismo da. Ellxs son, con diferencia, la píldora más difícil de tragar de esta Vystopia.




 

Stormtroopers neoliberales

En el trabajo o en clase, el día no remonta. Tarde o temprano el especismo asomará el pie, la pierna, o el cuerpo entero: en forma de argumento y/o de cuestionamiento burlón desde la tiránica mayoría; de verdad monolítica, insensible e irreflexiva aprendida desde la cuna o, simplemente, de almuerzo. Porque el hecho de que tú seas veganx (el fastidioso e ingrato recordatorio viviente de una minoría aguafiestas), no va a cambiar ni un ápice sus costumbres diarias (si quedáis para comer ocasionalmente, la cosa cambia y, probablemente, seas tú quien escoja el restaurante). Lo habitual es que, cada vez que les apetezca, tus acompañantes, bien sean colegas, compañerxs, amigxs o familiares, engullan, en tu presencia, cualquier ser que previamente haya caminado/nadado, o a tomarse un café/helado hecho con leche para ternerxs, sin siquiera cuestionarse lo agónico que eso puede resultarte. Mientras tanto, tu único mecanismo de defensa será poner una (con voz de Lady Gaga) “Po-po-po-poker face”. Después de todo, lo “normal, aceptable y necesario” son sus enraizados y mercantilizados hábitos omnivoriles. La “rarita” que “debería adaptarse” continua y esforzadamente al resto, eres tú.

Si tienes suerte, incluso, puedes escuchar uno de tus vegan hits favoritos, en directo y primera fila. Todxs lxs no veganxs lo cantan. Inconscientemente, con las mejores intenciones, y casi siempre sin maldad: “un café con leche de soja/avena para ella y otro con leche normal para mí”. Claro. Porque la “leche normal” es la que toman individuos adultos, bien pasada su época de lactancia, robada vil y asquerosamente a madres violadas de otra especie y a sus bebés. Una leche que es una bomba hiper-mega-nutritiva, cargada de hormonas, sangre, pus, orina y antibióticos, potencialmente cancerígena, con más componentes de los que podemos asimilar. Un fluido de crecimiento diseñado por la naturaleza para convertir a un/a terneritx de 30 kg en un/a toraco/vacaza de 1000 kg. “Leche normal”, of course. ¡Qué bien ha hecho su trabajo la abominable industria láctea durante décadas!    




 

Lo “normal” 

Pasado el mal trago puede que consigas refugiarte en un libro o en una película. Sin embargo, ¡oh asquerosa realidad!, cuando menos te lo esperas, algún personaje cocinará animales o sus subproductos, montará a caballo, matará o engullirá cadáveres, irá a pescar/cazar, llevará pieles/plumas o acompañará a un animal obligadx a ser actor/actriz, haciendo cosas que no son agradables ni naturales en su especie (cargando con peso, transportando humanos, haciendo gracietas estúpidas, etc), en quién sabe qué condiciones de rodaje. Y sabes que el mundo no será un lugar justo hasta que absolutamente todos y cada uno de los animales que aparezcan en cualquier historia audiovisual sean generados de forma digital. Y, al mismo tiempo, también admites, con extrema amargura, que tu opinión es tan impopular, que hay espectadores y criticxs capaces de ver cómo degüellan a otro ser vivo en pantallaza grande, no inmutarse en absoluto y después tener la vergüenza pétrea de calificar como “sensible y lírico” al film en cuestión (Naomi Kawase, el doble capricidio de Still the water no te lo perdonaré jamás. JAMÁS).




 

Opinión impopular

A estas alturas del día (y de tu propia película) sientes cierto grado de burn out, desgaste o agotamiento emocional. Probablemente, incluso, hayas tenido que reprimirte para no estrangular con tus propias manos a quien sabe cuántxs zombies omnívorxs. Si te ha tocado día de supermercado, es posible que te arrepientas, incluso, de no haberte llevado tu espada laser. Y si, sonríes amablemente a todo el mundo como una venerable anciana jedi, pero, internamente, la usarías sin pudor contra todos lxs clientes de las secciones cárnicas y pescadoriles, y te lanzarías alegremente a rebanar cabezas en los pasillos de huevos y lácteos, al grito de: “¡Toma muerte ética, sith mamonazi!”.

Una desconocida doble ley de Murphy vegana de supermercado es: 1) La sección de productos veganos/éticos debe estar, necesariamente, pegada al repugnante pasillo de los jamones y/o de las carnes para que evitarlo resulte total y completamente imposible; y 2) Lxs clientes con nula ética y eco-conciencia y peores hábitos alimenticios deben situarse, obligatoriamente, por delante y detrás del/a cliente vegan en la cola de caja, de tal forma que estx últimx no solo sea doloroso e impotente testigo de cómo la dieta del holocausto, del cáncer y del cambio climático va desfilando impunemente en la cinta transportadora, sino que, para colmo, lxs clientes pre-extinción tendrán la desfachatez de hacer la compra del mes y no llevar ni su propia puta bolsa.




 

Doloroso e impotente testigo

Pero eso no es todo, amigxs, porque internet, por mucho que te resistas y escondas, siempre tiene sorpresitas horrendas que obsequiarte antes del final del día: nuevos y contundentes estudios que demuestren, una vez más, el incuestionable vínculo entre ganadería y apocalipsis climático (y que serán ignorados por un numero nada desdeñable de “ecologistas oxímoron” defensores de la ganadería extensiva, obsesionadxs, únicamente, con eliminar los combustibles fósiles), proyectos de nuevas macrogranjas “matalotodo”, subvenciones al lobby ganadero (y/o cazadoril) de quienes nos gobiernan (y que, cínicamente, prometieron luchar contra el cambio climático), amén de una avalancha insoportable de casos de abandono, crueldad y tortura animal, crímenes psicópatas horripilantes e inenarrables, casi siempre impunes, que te perseguirán durante mucho tiempo en tus pesadillas, entre otros “Más difícil todavías”.




 

Más difícil todavías

Todos los días Muchos días necesitas un abrazo desesperadamente, pero, al mismo tiempo, también eres víctima de un extenuante síntoma vystópico: cuanto más tiempo habites en un mundo profundamente enfermo, cruel y pre-apocalíptico, viviendo a contracorriente (es decir, intentando hacer lo correcto y lo más justo para todxs), en incomprensible minoría, más lejos te sentirás de los seres queridos que aún vivan en Meatrix. Hasta el punto, incluso, a echarlos dolorosamente de menos. Si eres creativx, quizá, consigas sublimar, hasta cierto grado, tu frustración. En mi caso, a veces, transformo este sentimiento en poesías como esta:

 

“Entre tú y yo

hay un cuchillo de distancia,

el carnaval del absurdo,

la barbarie.

Un cuchillo que construye Treblinkas,

perfila desigualdades

y socava las entrañas

de la Madre…

[…]

A menudo

necesito cogerte de la mano

en este laberinto

de distancias siderales,

abrazarte

con el abandono

de lxs niñxs y las olas.

Pero cuando me acerco

me acecha un filo metálico

y he de encontrar la distancia óptima

(que no existe)

o diseñar un nuevo escudo

(que nunca funciona)”.




  

A un cuchillo de distancia

E, irónica y tristemente, debes considerarte una persona afortunada si vives solx y, al final del día, al abrir el frigorífico o un armario buscando comfort food comida, no encuentras ningún alimento hecho con crueldad en ningún estante. Y es que las posibilidades de encontrar una pareja afín con quien compartir y construir tu vida, aquí y ahora, no solo son escasas, sino casi negativas en Meatrix. Por lo tanto, además del sentimiento de desubicación, estupor, desgaste, aislamiento, ansiedad, depresión y demás síntomas de nuestro querido Vystopia mode, hay otro con el que resulta imposible no tropezarse, en todos los ámbitos: la soledad. El mundo castiga a lxs rebeldes, desgastándolxs por los ángulos más dolorosos posibles, pero, al mismo tiempo, también ha demostrado, rotundamente, que “No es signo de buena salud estar adaptadx a una sociedad profundamente enferma”. En este momento excepcional y terrorífico de la historia, solo existen dos lugares diametralmente opuestos en los que vivir: el autoengaño irresponsable, inmoral, suicida y con fecha de caducidad de Meatrix y la odisea dolorosamente lúcida y ¿quijotesca? de Vystopia. El primero nos está matando. El segundo dejaría de existir, simplemente, si los humanos tomaran la pastilla roja. Según los datos de los últimos estudios de impacto ambiental (que finalmente valoran, en su justa medida, la importancia del metano como acelerador número 1 del cambio climático), podría ser la única esperanza de la humanidad.

Llegadxs a este punto, si aún eres no-veganx, ¿opinas que no merece la pena padecer vystopia, que la “estrategia avestruz” es menos dolorosa o que ya darás el paso “cuando lo haga todo el mundo”, a pesar del abominable holocausto animal, de la amenaza del colapso climático y de la certeza posibilidad de futuras pandemias? ¿Acaso no merece la pena pagar el precio “síndrome cuento de la criada” o “complejo de Sarah Connor” AHORA, sabiendo que eso nos evitaría males mayores, y garantizándonos la posibilidad de un mundo justo, libre, empático y habitable para todxs MAÑANA? Entre el veganismo o la barbarie, entre colapsar mal o colapsar bien, ¿qué escoges?

“Ven conmigo si quieres vivir” (**) o, lo que viene a ser lo mismo: Please, go vegan!

 

 


 

 

(*)Término acuñado por la psicóloga Clare Mann.

(**) Cita del film Terminator (1984)

Ilustraciones de Jo Fredericks, Pawel Kuczynski, Jackson Thilenius y Roger Olmos.

 

*

Friday, August 23, 2019

14 Maneras de ayudar al Amazonas




¿Deprimidx, aterrorizadx, frustradx, furiosx o todo a la vez ante el que ya es, probablemente, el peor ecocidio de la historia? A pesar de la utilidad del hashtag #PrayForAmazonia, nuestros ruegos y sentimientos, por muy solidarios que sean, no son suficientes. Tampoco los comentarios, likes o publicaciones compartidas en las RRSS. El Amazonas y el futuro de todxs demanda ACCIÓN, ¡y lo hace YA!

¿Quieres saber lo que puedes hacer desde tu frustrante distancia? Aunque no sea tan catártico como apagar el fuego tu mismx, posiblemente, puedas hacer más de lo que crees.




1- Como respuesta de emergencia, dona dinero a grupos de primera línea que trabajan para defender este tesoro verde. Por ejemplo, Protege un acre de selva tropical a través de la Red de Acción de la Selva Tropical o colabora con a SOS Amazonia




2- Actúa desde tus hábitos cotidianos. Deja de comer carne o, al menos, reduce radicalmente su consumo. En 2017 el gobierno de Brasil hizo público que el 80% de la deforestación de la selva del Amazonas era perpetrada por la industria de explotación animal, es decir por el consumo de "carne y lácteos" (el 20% restante se reparte en madereras, minería o cultivos de azúcar para refrescos, entre otros). Alimentar al “ganado” requiere de grandísimas extensiones de terreno. Los ganaderos, alentados aún más por las políticas ecocidas del psicópata fascistoide de Bolsonaro, crean incendios no solo para "limpiar" terreno dedicado a áreas de pastoreo, sino para cultivar soja que ceba a las vacas (el 70% de la soja del mundo se usa para alimentar "animales de consumo humano", no para hacer tofu). Como dice @marianamatija (autora de estas ilustraciones) a mayor demanda, mayor poder económico y mayor potencial destructivo de la ganadería. ¡La clave está en tu plato!




3- Ayuda a proteger a los animales que viven en la jungla a través de alguna ONG de confianza. Recomiendan Junglekeepers. Rainforest Alliance o Instituto Socioambiental e Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia (IPAM).



4- Apoya a las poblaciones indígenas de la selva tropical con Amazon Watch  Los 350 pueblos indígenas que aún la habitan podrían tener la clave de la supervivencia de nuestro pulmón.




5- Reduce tu consumo de papel y madera o compra productos seguros para la selva tropical. Una opción se puede encontrar en Rainforest Alliance.




6- Presiona para hacer un boicot internacional y exige responsabilidad a instituciones y politicxs.




7- Organiza protestas, crea peticiones, escribe artículos, ¡lo que sea!




8- Por otra parte, apoya proyectos de arte, ciencia o de cualquier tipo que conciencien sobre el Amazonas a través de la Fundación Amazon Aid.




9- Apoya a todxs lxs eco-activistas (casi siempre también feministas) que encuentres.




10- ¡Infórmate!




11- Etiqueta con información sobre este tema a personas que tengan visibilidad o influencers, para llegar a la mayor cantidad de gente posible.




12- Para aquellxs que aún no lo sepan, Ecosia, el buscador verde, existe. Es tan sencillo como Google, pero por cada 45 búsquedas que realizas se planta un árbol. Sólo tienes que buscar y… voilà! ¡No podría ser más fácil!




13- Cuando llegue el momento de las elecciones, vota por líderes que entiendan la urgencia de nuestra crisis climática y estén dispuestxs a tomar medidas urgentes y audaces, incluyendo una gobernanza muy “anti-cambio climático”, y una política de pensamiento progresista.

















Monday, September 01, 2014

Arturo o la inconsolable soledad de un rey forzoso




Hace una década los creadores (o ilusionistas) de Lost sorprendieron al mundo con una de las mayores paradojas etológicas posibles: situar a un oso polar en una isla tropical. Más allá de este cruel y efectista “truco de magia”, no poc@s nos planteamos las condiciones y consecuencias de semejante incongruencia, amparados por la ingenua convicción de que ese experimento jamás podría realizarse en el mundo real. Sin embargo, la realidad, una vez más, había superado a la ficción y muy pocos lo sabíamos. Ese oso polar ya existía y vivía en Argentina.




Arturo tiene casi 29 años y desde hace dos décadas malvive en un “cuchitril-camisa de fuerza” del zoo de Mendoza, soportando temperaturas de hasta 40 grados (en condiciones naturales, un oso polar puede vivir a una temperatura de -40º) y con un charco mugroso de 2 metros de profundidad como cruel recordatorio de la vida que no tuvo. Y es que nunca ha sido libre. Llegó desde un zoo de Colorado para ser el compañero de Pelusa, su desdichada compañera osuna. Cuando esta falleció, hace dos años, el delicado hilo que sujetaba su precaria salud mental se quebró. La grave depresión que padece unida a su cada vez más deteriorada salud, han ido de la mano de sus dos desafortunados títulos mundiales: el de “el animal más triste del mundo” y el de “el único oso polar de Argentina” (en diciembre de 2012 otro oso polar, que vivía en las mismas deplorables condiciones, murió presa del calor en Buenos Aires).





Arturo es un rey forzoso en un trono de cemento que está pidiendo su abdicación a gritos. Su pelaje hace tiempo que dejó de ser blanco, suele pasarse horas abatido y completamente inmóvil y la mayoría de sus movimientos se reducen a preocupantes estereotipias (movimientos, posturas o voces repetitivos o ritualizados característicos de los animales que viven en cautividad) que rasgan el corazón y hielan el alma de cualquiera que tenga la oportunidad de verlo y merezca el calificativo de humano.




Su dramática situación, sin embargo, ha traspasado las fronteras de Argentina. La desesperación de Arturo ha conmovido e indignado a tantas personas a lo largo y ancho del planeta, que una campaña internacional, dirigida a la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, ya ha sumado más de 400.000 firmas y pretende, contra viento y marea, trasladar al pobre animal al Parque Zoológico Assiniboine de Canadá (que se ha ofrecido varias veces a acogerlo), donde le espera un hábitat natural y una vida digna. Sin embargo, en Mendoza, sus dudosos especialistas (no permiten que ningún experto ajeno al zoo lo examine) aseguran que Arturo no sobreviviría al viaje, por culpa de su avanzada edad y su débil sistema inmunológico. Y es que cualquier excusa es válida para mantener pegada a la corona al célebre (y rentable) monarca del zoo.




Como contraataque, figuras internacionales se han ofrecido a hablar por Arturo. Entre otros, el excandidato presidencial republicano Newt Gingrich también se sumó, vía Facebook, a la campaña internacional para salvar al maltratadísimo oso polar. "Si usted ama a los animales como yo los amo, usted firmará la petición para salvar a Arturo", dice Gingrich en el vídeo. "Es una situación muy triste y hay que salvarlo". Aunque tal vez su defensora más acérrima sea la cantante Cher, quien a través de twitter ha dejado más que clara su posición a la presidenta Fernández de Kirchner:

"¿No lloras por él, Argentina? ¿No tiene lágrimas Cristina Fernandez de Kirchner por el torturado oso polar Arturo? Sus manos quedarán manchadas con su sangre cuando él muera", afirmaba rotunda.




La presidenta, ante la presión internacional, argumenta con indiferencia, desprecio y un bochornoso especismo, que “tiene otras prioridades antes que salvar a un oso”, como si la liada madeja de los conflictos y compromisos humanos justificase evitar un acto de humanidad perfectamente realizable hacia otra especie.

Arturo, que probablemente cambiaría toda su triste existencia por compartir el destino de cualquier oso libre (incluso por la de aquellos que ven amenazada seriamente su supervivencia), no sólo ha reabierto el (necesario) debate sobre la más que dudosa función de los zoos, sino que ejemplifica, tristemente, la postura indiferente, cruel, ofuscada y soberbia que el mundo mantiene, no sólo hacia el animal más amenazado del planeta, sino hacia el mismísimo cambio climático.  Arturo, muy a su pesar, se ha convertido en un termómetro más de nuestra ceguera e inhumanidad. Si seguimos presionando, ¿tendrá Arturo la oportunidad de vivir fuera de Camelot durante los años que le quedan de vida? ¿Podrá finalmente convertirse en un oso en lugar de un sufrido prisionero-fantasma? Confiemos en que estas preguntas no queden sin respuesta, como muchos de los ilusorios interrogantes que nos dejó Lost.





[Arturo se ha convertido en una de mis espinas animalistas más dolorosas desde que conocí su caso. No pido que le dediquéis una actualización o mandéis un e-mail a la “super presi”, pero, ¡please, firmad, tuitead, difundid su caso! ¡echadle una pequeña zarpa! Nos cuesta tan poco ser solidari@s.]


Peticiones para salvar a Arturo:










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Tuitea ‘the world is watching. #freearturo o #SaveArturo a @CFKArgentina @CasaRosadaAR



Más formas de ayudar a Arturo 



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