Thursday, June 18, 2015

Deeply Broken




Broken había revolucionado las redes sociales. No se recordaba tanta indignación masificada y activa desde el lamentable caso Excalibur. Con solo dos mesecitos fue rescatada por una buena mujer mientras estaba siendo sometida a una sádica e inimaginable tortura: un grupo de niños psicópatas, hijoputiles y asesinos daban patadas alegremente a su frágil cuerpecito como si fuera una pelota de fútbol. Este juego cruel y despiadado había acabado con la vida de todos sus hermanos (al menos 2 ó 3 gatitos más), pero fue recogida a tiempo por esta (desde ya) heroína gatuna que no cayó en la “miopía nasal” imperante y la llevó inmediatamente a la ONG Mascoteros Solidarios.

Afectada por la peor lesión que Carlos Rodríguez, veterinario y presidente de la asociación, había visto en 30 años (tenía totalmente desgarrada la pared abdominal), además de varias piececitas de su cuerpo rotas, y tras múltiples operaciones y las buenas vibraciones (+ peticiones de adopción) de miles de personas indignadas a lo largo y ancho de este loquísimo mundo, la michina parecía insuflada por un nuevo y esperanzador soplo de vida. Tan contagioso era su optimismo que, sorprendentemente y contra todo pronóstico, confiaba en el ser humano y demandaba cariño sin cesar.




Rodríguez, uno de los pocos veterinarios animalistas, concienciados y profundamente vocacionales que debe haber en este deshumanizado país (recordemos que fue él quien se implicó en el caso Excalibur llegando a solicitar su custodia), vio una oportunidad de oro (tal vez lo único positivo en este dramático y triste caso) para denunciar una cruda realidad y exigir públicamente, con más fuerza y rabia que nunca y amparado por miles de personas, esa impostergable ley nacional de protección animal que ciega (y nos denigra) dolorosamente con su ausencia.

Y, de repente, mientras el ministerio de agricultura, alimentación y medio ambiente callaba ladina y cobardemente, y una afortunada familia humana esperaba a Broken con su camita medio hecha, el delicado cuerpecito de la gatita comenzó a fallar. Eran demasiadas heridas y demasiado pesadas sus cicatrices para un ser tan nuevo y frágil. Y, a las pocas horas, para desconsuelo de todos sus cuidadores, se marchó.


Broken (nombre desdichado y fatídico y lo único reprochable en este tristérrimo e injusto desenlace), nos ha roto el corazón dos veces. Cuando la conocimos y cuando nos dejó. Porque ahora estamos aún más huérfanos de esperanza y hambrientos de cambio, porque la rabia y la tristeza tienen ya, a su espalda, demasiados nombres, porque la lista de la impunidad es repugnantemente larga y porque sabemos que en esta España aún profundamente negra, un grupo de psicópatas de cualquier edad y condición, sabe que puede realizar la más cruenta y despreciable tortura a un ser de otra especie en un lugar público sin sufrir ni la más pequeña y miserable de sus consecuencias.

¡España, unifiquemos la Ley de Derechos de los animales! ¡Por Broken, por Excalibur y por los millones de almas no humanas que están siendo diariamente asesinadas, torturadas, maltratadas, esclavizadas y ninguneadas: firma y comparte YA!

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