Leyendo
los comentarios del artículo de la semana de El caballo de Nietzsche en referencia a la dieta
vegana/vegetariana, me he topado con la frase “una dieta que necesita complementos, como la B12, no parece una dieta
adecuada”. A pesar de haber escuchado esa cantinela 2000 veces durante los
últimos 6 años de mi vida, me sigue
resultando irónico que perlas desinformadas de este estilo normalmente salgan
de boquitas de omnívoros inconscientes que no saben qué carajo es la B12 y/o cómo
se sintetiza.
Pero
me resulta más curioso aún que semejantes reparos o prejuicios provengan de una
persona que (intuyo por el contexto), no tiene el más mínimo problema en
ingerir generosa y diariamente carnes y subproductos animales cargadítos de hormonas
para el crecimiento, analgésicos, antibióticos y un sinfín de químicos tóxicos (algunos
prohibidos para el consumo humano) sin siquiera pestañear. ¿Acaso mi inofensiva
pastillita diaria con sabor a cereza es más antinatural que un chuletón
rebosante de clembuterol o que un batidito burbujeante en antiinflamatorios y
estrógenos? ¿Cómo una inconsciencia de semejante calibre se atreve a cuestionar
qué es adecuado o natural?
¿Pero
qué narices es la B12?
La
famoserrima B12 es una vitamina necesaria para la correcta formación de glóbulos
rojos, realizar ciertas funciones neurológicas y sintetizar el ADN. Al
contrario de lo que mucha gente cree, no es de origen animal, sino bacteriano,
lo cual significa que para encontrarla ha de ser sintetizada en la flora
intestinal de los animales (humanos o de otras especies) o en cultivos de
fermentación de laboratorios especializados (o más conocidos como suplementos
de B12). Aún no hay evidencia científica que confirme que los humanos podamos
sintetizarla a través de las bacterias presentes en la tierra, algas o en los vegetales
biológicos, así que la única fuente “natural” de B12, en dosis adecuada, es la que
está presentes en los “productos cárnicos”, también conocidos como cadáveres.
Pero
no hagáis la ola todavía, omnívor@s del mundo, porque vosotr@s tampoco estáis
consumiendo B12 de forma directa y natural. Y es que las vacas (principal
fuente omnivoril de esta vitamina), explotadas por el sector ganadero hace
mucho tiempo que han dejado de sintetizarla. ¿Por qué? La razón es que han
dejado de alimentarse de su adorada hierba plagadita de microbios unicelulares de
toda la vida y han pasado a ingerir a mansalva piensos fortificados (carentes
de estas necesarias bacterias) y que han sido enriquecidos, entre otras cosas,
con… (¡tachán, tachán!) ¡B12! (en algunos casos, incluso, se opta por
suministrarles el suplemento inyectado).
Por
lo tanto, ladies & gentlemen, a menos que se siga la dieta bio de nuestros
abuel@s, la única diferencia entre un/a vegan@ y un/a omnívor@ a la hora de
obtener esta polémica vitamina, es que el primero adquiere la B12 de forma
directa a través de un suplemento y el segundo lo hace de forma indirecta a través
de un suplemento administrado a un cadaver.
Y
la pregunta, entonces, sería: ¿Qué es más “natural”?
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